Búsqueda implacable de culpables

Siempre me ha gustado la frase que dice “Eres parte de la solución, o eres parte del problema”. Desde mi punto de vista nos sitúa al 100% cuando nos enfrentamos a un problema. Es una frase que no acepta indecisos ni actuaciones “políticamente correctas”, es decir “hipócritas”.
Lo malo de la frase es que al ejecutarla todos pensamos que formamos parte de la solución y que son “los otros” los que crean y hacen el problema, y es que buscar culpables es uno de los mayores alicientes en nuestra vida profesional.
Algunas personas al leer esto dirán que no es así, que todos buscamos soluciones y que eso de buscar culpables no lleva a ningún sitio, pero es bueno que nos sinceremos al menos con nosotros mismos, o ¿es que no nos damos cuenta que en muchas de esas reuniones de crisis a las que últimamente asistimos con demasiada frecuencia, en cuanto se plantea un problema vamos directamente a indicar quien ha sido el culpable olvidándonos por total de cuál es la solución?.
Evidentemente en los tiempos que corren lo primero que debemos hacer, si tenemos algo de vergüenza profesional, es cambiar el punto de vista, es decir, en lugar de pensar siempre en cuál es el problema y quien es el culpable, podemos y debemos preguntarnos que deseamos conseguir y como lo podemos lograr.
Este cambio de actitud puede cambiar una vida. Si lo hacemos llegará un momento en que la búsqueda implacable de culpables nos parecerá de los más aburrido del mundo, mientras que pensar en soluciones lo veremos como un reto apasionante cada día de nuestras vidas
Pero este cambio de actitud puede traer otras consecuencias ya que para que se produzca debe existir capacidad para crear alternativas y sobre todo compromiso para llevarlas a cabo, y por ahí anda el problema: todos estamos esperando a que otros cambien de actitud y encuentren esas alternativas, nos las digan y si no nos ocasiona mucho esfuerzo en nuestra COMODA vida la seguimos.
Eso sí, seguiremos quejándonos de todo, de los políticos, de nuestras empresa, de los clientes, de nuestros jefes compañeros, es decir de todo aquello susceptible de ser usado como excusa para no hacer nada y ahí es donde volvemos a estar cómodos: quejándonos y buscando culpables.
Leí un libro interesante “The no complaining rule” de Jon Gordon, donde el autor daba tres herramientas para no quejarse que a mí me han ido muy bien y que quiero compartir con vosotros.
La primera es usar el “pero como técnica positiva”, es decir, cuando veáis que os estáis quejando de algo añadir la palabra pero y luego una acción o pensamiento positivo.
Segunda, a partir de mañana vamos a concentrarnos en “que podemos hacer” en vez de “en lo que tenemos que hacer”, cambiemos de perspectiva y comprendamos que no tenemos que hacer algo sino que podemos hacerlo. Por ejemplo en vez de decir todas las mañanas “Jo tengo que ir a trabajar” podemos pensar “bien puedo ir a trabajar ya que TENGO TRABAJO”.
Tercera “transformar las quejas en soluciones”., yo no quiero eliminar todas las quejas pero si aquellas que no tienen fundamento y no me llevan a ningún sitio, cambiémoslas por quejas productivas, ¿cual es la diferencia entre las dos?, muy sencillo: la intención.
Con la queja sin fundamento nosotros nos concentramos estúpidamente en los problemas, mientras que en la queja productiva identifico un problema y la queja misma me lleva a la solución, es decir cada queja representa una oportunidad para convertir lo negativa en positivo.
También podemos recurrir a un proverbio chino muy sabio que dice . “Tratad la enfermedad, no los síntomas”.

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