La semana pasada he empezado con la sexta temporada de Walking Deads (voy un poco retrasado), una serie que cada vez me gusta más. No sólo por el tema y la intriga que casi a cada minuto tiene, sino porque me hace reflexionar constantemente, ya que muchas veces cuando llego a algunos sitios tengo la sensación de caminar entre verdaderos zombis que a mi lado se dirigen a trabajar serios como seres de ultratumba.
¡Ojo¡, no me estoy metiendo con la gente seria, sino con aquellos que llevan la mirada perdida, y por lo tanto su cerebro ya no es de color blanco sino “gris”.
Se dirigen a trabajar para cumplir con su responsabilidad y objetivos, pero decidme:
¿cual es esa responsabilidad y objetivo?, ¿Hacer el trabajo que le manden?, ¿Hacer el trabajo bien?, ¿Rápido?, ¿gastando poco? ¿vendiendo mucho?….
Dependiendo de la persona con que hablemos nos dirá una u otra cosa, aunque tengo la sensación de que en vez de centrarnos cada uno en nuestro objetivo pasamos el tiempo identificando como los otros no lo hacen correctamente.
A menudo se habla de las horas que los trabajadores perdemos en la empresa, las cuales cuestan mucho dinero. Es cierto si radiografiáramos una jornada laboral de 8 horas en cualquiera de nuestras oficinas, veríamos que el trabajo útil –por término medio- no suele ser más de cuatro o cinco horas.
Si como lo oís. El resto no sólo se pierde en conversaciones privadas, llamadas no necesarias, gestiones personales, cafés o cigarros, sino que también se pierde en reuniones mal atendidas o ni siquiera planificadas, en atender a los ladrones de tiempo que hay en todas las oficinas, en tratar de solucionar una cosa que habíamos pensado que habíamos terminado y no lo habíamos hecho, en dejar para luego lo que no nos gusta y que al final tenemos que terminar , en cosas que hemos convertido en urgentes cuando ni siquiera eran importantes, y asi puedo seguir un buen rato más.
Por lo cual no es extraño que muchas personas prolonguemos nuestra jornada laboral hasta altas horas de la noche, pero eso no significa que trabajamos más, sino que trabajamos mal.
Desde hace mucho tiempo está demostrado que las horas extras –realizadas de manera continua- no compensan las carencias en el funcionamiento de una empresa, si una persona que tiene que trabajar en 8 horas se acostumbra a hacerlo en 12, instintivamente ralentizará el ritmo de trabajo porque se ha hecho la idea de que el“tiempo” para realizarlo. Es decir la tarea que tenía que hacer será la misma, pero se extenderá hasta ocupar el tiempo disponible.
Me viene a la mente un consejo que me dio una vez un maestro sobre la manera de vivir de los monjes, este decía que cuando los monjes meditan, sólo meditan; cuando comen, sólo comen; cuando trabajan, sólo trabajan, de manera que con tan sólo ocho horas disponen más que suficiente del tiempo para realizar con eficacia sus tareas.
Al final si nos damos cuenta una empresa y sus trabajadores no viven de las horas de trabajo consumidas sino del trabajo realizado. Asumir esto sería un primer paso para centrase en el momento presente y disparar la eficacia.
Y si volvemos a Walking Dead nos preguntamos ¿como consiguen los protagonistas sobrevivir ante tanto zombi capítulo a capítulo?.
Pues se lían a tiros o les cortan las cabezas, pero tranquilos amigos que no va por ahí mi propuesta ni mucho menos, pero a lo mejor si necesitamos algo que me gustaría llamar “colleja mental”, es decir, necesitamos algo que nos haga reaccionar, no podemos seguir recreándonos en nuestras historias tristes, no podemos seguir juntándonos en corrillos de pasillo contando nuestras penas y miserias.
Deberíamos alcanzar el compromiso de que cada vez que oigamos alguna historia «gris» en nuestras organizaciones «darle una colleja al que la cuenta», y evidentemente aceptando, obviamente, que cuando nosotros entremos en esa tristeza también nos despejen la mente de la misma forma.
Me acuerdo de manera muy cariñosa del hermano Cañizares, un profesor que tuve en tercero de EGB y que tenía una regla que usaba cada vez que nos perdíamos en clase. Os la dejo a continuación, a mí me vino muy bien, y no me causó ningún trauma: ” Entre oreja y oreja: Colleja”.