Ocho cosas que aprender de los deportistas

Está claro que el deporte es uno de los mejores complementos que podemos tener en nuestra vida para equilibrar el esfuerzo físico, mental y emocional que hacemos en nuestras correspondientes profesiones.
Hasta aquí bien, de hecho muchas personas supongo que pensáis igual, sin embargo “muchos” pensamos que jugar una tarde al padel un partido de una hora, echar una “pachanga” al futbol-sala con los amigos una vez al mes o salir a correr durante un rato alrededor de nuestras casa de vez en cuando es hacer deporte.
Esto sin contar el tema gimnasio que tiene vida propia. Yo sin ir más lejos era una de esas personas, y eso que he practicado Aikido con determinada frecuencia, juego al fútbol cada fin de semana e incluso le doy al pádel con bastante frecuencia.
Pero todo esto no tiene nada que ver con lo que he aprendido, o bueno mejor dicho estoy aprendiendo al trabajar con una deportista de verdad: Tamara Sanfabio.
Tamara fue una magnifica recomendación que me hizo mi amigo Raúl. El me hablo de lo importante que seria que empezara a correr de manera frecuente. Son ya muchos años de amistad y tanto el como yo sabíamos lo difícil de la empresa. Pero Raúl como buen amigo que es y buen conocedor de mis costumbres supo elegir entre mucha gente a Tamara, además siempre tuvo claro de que si alguien podría ayudarme a encontrar ese equilibrio buscado seria ella.
En estos casi dos años que llevamos trabajando juntos he aprendido varias cosas:
1.- Es necesario incluir el hábito en nuestras acciones. Da igual que llueva, nieve o haga calor. Tamara me ha enseñado que igual que debo hacer mi vida independientemente del clima también puedo practicar deporte.
2.- Debo medir que hago. No vale “sentirse” bien eso no es suficiente, tengo que aprender a poner números a mi ejercicio, ya sea en tiempo o en distancia. Eso además de ayudarme a llevar un control también me ayuda a hacer planes y ponerme objetivos.
3.- Rigurosidad. Si las clases duran una hora se trabaja una hora, no 56 minutos. Haremos unos u otros ejercicios, algunos planificados otros improvisados pero trabajamos con un método y un orden.
4.- Correr me enseña a sacrificarme, a sufrir. Resulta complicado aceptar esto y casi imposible de llevar a cabo pero una vez que aprendes asumes el sacrificio como una actividad que te ayuda a ser mejor.
5.- Conocer tus límites. En ningún momento nos hemos puesto el objetivo de correr la Maratón de Nueva York, bueno yo si alguna vez, pero rápidamente Tamara me indica que practique más días, o que haga más rápido lo que hago ahora mismo, de tal forma que Nueva York llegara como consecuencia de un estado de forma optimo no como un fin en sí mismo.
6.- Predicar con el ejemplo. Esto es una de las cosas que más me gustan y de las que más aprendo. En mi trabajo estaba acostumbrado  a que me pidieran cosas que no sabía hacer y que el que las pedía tampoco. Mi entrenadora no pide hacer nada que ella no haga antes. Si me pide 20 flexiones ella las hace antes, si me pide corren cien metros más ella está ahí también.
7.- Puedo divertirme mientras que sufro. Esto es la “bomba”, cuando estoy más cansado y no puedo con la camiseta siempre hay una broma que nos hace reír y continuar. El trabajo serio no está reñido con el humor.
8.- Hay reglas. Esto es buenísimo y me encanta. El primer día Tamara me miro muy seria y me dijo: “hay dos reglas que debes cumplir para trabajar conmigo: 1 no te puedes quejar y 2 no me debes ganar nunca”. Es imposible trabajar sin reglas, eso nos pone perímetro a nuestra actuación, a nuestras acciones. También permite que nuestros valores se alineen con lo que realmente queremos obtener.
Realmente podría seguir con muchos más aprendizajes porque tener la suerte y el privilegio de trabajar y aprender de una deportista de élite es toda una ventaja y es que realmente deberíamos aprender en la vida en que esto debe ser realmente así.
Todos deberíamos aprender a alcanzar la excelencia, y una vez que lo conseguimos compartirla y enseñar a otros a que la encuentren también. No podemos avanzar si aprendemos de mediocres o aficionados, y si realmente queremos transformarnos necesitamos hacerlo de la mano de “maestros” de verdad.
 

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *