Posiblemente, sigo afectado por el post de la semana pasada, que me ha aportado un montón de feedback que quiero agradecer desde aquí. Parece ser que el reconocimiento de los incompetentes cercanos y sus cucarachas sociales, ha levantado polvo acumulado debajo de nuestra silla.
Recuerdo una vez que un profesor del colegio, -creo que era D. Agustín-, me explicó que cuando tenemos que hacer una cosa, siempre sale más caro y cuesta mas haciéndolo mal que bien. Recuerdo perfectamente que me puso un ejemplo que hoy en día todavía uso algunas veces en mis charlas.
El ejercicio consistía en coger un papel e imaginar que íbamos a organizar una fiesta de cumpleaños. En una fila había que escribir lo que hacer para que saliera bien, y en la otra lo que habría que hacer para que saliera mal. Parece un ejercicio absurdo pero, si lo hacéis, veréis que para hacer las cosas mal hay que pensar bastante más que para hacerlas bien y que, además, haciéndolo mal nos cuesta más tiempo, más dinero y posiblemente con más problemas.
Ahora si os atrevéis hacer este ejercicio en vuestro trabajo, veréis que sorpresas os encontráis más interesantes. Por ese motivo, muchas veces resto triunfalismo a muchas acciones que hago; ya que ser el rey de los ciegos porque tú eres tuerto, nunca me ha parecido bien.
Esto es grave, ya que las personas que todavía no estamos infectadas por el estigma de las “cucarachas sociales”, a veces nos sentimos como reyes por un trabajo bien hecho, y resulta que no hemos mirado la competencia que teníamos. Al verla, evidentemente no es que nuestro trabajo sea fantástico, -que lo puede ser-, pero es que si no lo es, en comparación con el resto, seria para matarnos.
Por eso es importante estar siempre rodeado de gente competente, y competir con los mejores; porque esa es la forma de competir y crecer. Yo nunca he entendido a compañeros míos, que son directores, y siempre están buscando gente que no sepa más que ellos. Yo debo ser muy tonto, porque casi siempre he tenido la suerte de tener equipos mucho más competentes que yo. De esa forma, los trabajos han sido fantásticos la mayoría de las veces, y yo he crecido un montón; aunque he de reconocer que hay otro motivo: y es que soy muy vago. Teniendo gente inteligente y buena a mi lado, siempre tenía los trabajos terminados, y muy bien hechos.
Además de todo esto, debes tener métodos, procesos, herramientas en general, unas reglas del juego, o mejor dicho: un modelo de trabajo que te permita poder actuar de esta manera. La improvisación no es buena compañera.
Yo estoy convencido de que las reglas no limitan: definen. Cuántas más reglas ÚTILES tengamos, y cuánto más rigurosos seamos en su aplicación, más claramente comprenderemos el problema que estamos intentando solventar, y mejor será su resultado.
Si coges un modelo, y sus procesos no te parecen fáciles de aplicar, no lo dudes: recházalos. Si lo hacéis, es probable que inventes algunos nuevos propios, y serán mejores para ti porque serán los tuyos; concebidos por ti en tu propio idioma. Pero debes probarlos todos antes de caer en la simplicidad y la “auto mirada de ombligo”.
Diariamente, veo mucha gente que tiene un modelo y otra que no lo tiene. Cuando alguien trabaja con un modelo, se nota. Las personas con un modelo discurren -sino mejor-, si más ordenadamente.
Y no olvidéis que los buenos modelos se soportan en no muchas ideas, formando un tronco de pensamiento en el que se van colocando los racimos; de manera que la persona sabe dónde colocar cada cosa que pasa, y como están relacionada entre ellas.
Pero amigos, no sólo hay que tener un modelo, sino que además hay que intentar saber explicarlo para que lo entendamos todos; un modelo que sólo manejas tú y tu tribu, no vale para nada.
Los modelos deben tratar de ser lo más universales posibles; de manera que su aceptación y -sobre todo su utilización- les hace prácticos.
Hay alguna especie de esas “alimañas sociales” que manejan modelos, -generalmente copiados en la antigüedad-, que nunca publican ni comparten y que, curiosamente, exigen que sea usado. Para ello hay que arrodillarse ante ellos, para que -si tienen a bien- nos lo expliquen en un papel de servilleta un rato, dando así su magistral clase.
Estos no son “cucarachas”: son “ratas”… pero ya hablaremos de ellos en otro momento.
Regla nº46: ”La explicación más simple es la más probable (OCCAM)”.
Hay gente que a pesar de todo vive a gusto en el caos… Hacer las cosas bien no es tan fácil ¿Cuántas maneras hay de hacer algo bien?¿Y de hacerlo mal? La clave está en ir mejorando un poco cada vez, es la única manera de acercarse a la excelencia.
Hay gente que a pesar de todo vive a gusto en el caos… Hacer las cosas bien no es tan fácil ¿Cuántas maneras hay de hacer algo bien?¿Y de hacerlo mal? La clave está en ir mejorando un poco cada vez, es la única manera de acercarse a la excelencia.
Hay gente que a pesar de todo vive a gusto en el caos… Hacer las cosas bien no es tan fácil ¿Cuántas maneras hay de hacer algo bien?¿Y de hacerlo mal? La clave está en ir mejorando un poco cada vez, es la única manera de acercarse a la excelencia.
Hay gente que a pesar de todo vive a gusto en el caos… Hacer las cosas bien no es tan fácil ¿Cuántas maneras hay de hacer algo bien?¿Y de hacerlo mal? La clave está en ir mejorando un poco cada vez, es la única manera de acercarse a la excelencia.
Yo hago selección para una gran empresa multinacional y selecciono a sus directivos, son siempre gente jóven que harán carrera dentro de la empresa. ¿Sabeis cual es la pauta que me da el cliente? Elena, ya sabes, como siempre….gente normal…buenos, despiertos, con iniciativa, curiosidad, energía…vamos, de esos con los que te irías a tomar una cañita! Y que difícil resulta encontrarlos…..
Muy ilustrativo, Elena. Lo que nunca cambia es la relación entre «tomar cañitas» y conseguir un empleo. Por lo demás, se requiere gente «normal». Ese debe ser mi «handicap». Gracias por tu aportación.
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Y como siempre Don Luis me ha encantado! Un abrazo compañero!!!
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