Hasta que Cuadren los Números

Hasta hace unos pocos años, el trabajo consistía básicamente en hacer las cosas bien; un trabajo del que nos sintiéramos orgullosos, un trabajo bien remunerado, un trabajo que satisficiera a nuestro cliente o incluso un trabajo que nos pusiera por delante de nuestra competencia.

Y hasta que eso no ocurría con mayor o menos gracia, nosotros y nuestros equipos y compañeros estábamos ahí, día o noche, hasta que cumplíamos con nuestro objetivo, que además iba parejo a nuestra responsabilidad; tanto para con nuestra empresa, como para con la del cliente.

En nuestro querido sector de las TI esto no sólo era una realidad, sino que además suponía un reto que a la larga ha resultado estúpido, ya que hace unos años el quedarte trabajando día y noche, e incluso los fines de semana, porque seguían saliendo errores después de la última compilación era casi como de gente importante y vital para la empresa. Y eso convertía a estos trabajadores infatigables en ejemplo de toda una generación que los admiraban porque “llevaba 20 horas trabajando sin comer”.

Hoy en día, se ha llegado a la conclusión “sólo de tapadillo” que quien se queda trabajando los fines de semana de manera continua no es un genio, sino todo lo contrario. Es una persona que no ha sabido planificarse, o es una persona que le han fallado los recursos o -creo que alguien se tiene que atrever a decirlo de una vez-: simplemente, es que es un poco torpe.

No obstante, esa especie en vías de extinción sigue aflorando en las empresas, arremetiendo ante cualquier solución metódica o planificada, usando el adjetivo Acusatorio “eres un teórico y yo aterrizo las cosas”, contra toda persona que trata de enseñarle unas nuevas formas que solamente persiguen hacerle más cómoda la vida. Pero bueno, hay gente que al carecer de vida personal rica, necesita crearse algo importante de lo que hablar con sus amigos e incluso, lo que es más triste, con sus hijos.

Pero dejando de lado esta “lacra tecnológica”, volvamos a la responsabilidad de hacer un buen trabajo; esa sensación en la que, como base, necesitábamos saber qué perseguía nuestro cliente, y qué beneficio podíamos ofrecer. Yo, cada vez que voy a echar gasolina a mi coche, siempre tengo un minuto de felicidad recordando que forma parte del equipo que mecanizo las gasolineras allá por año 85, cuando las visa se registraban en “bacaladeras” y se comprobaba, contra un libro de casi 100 páginas, si la tarjeta era buena o no.

Sin embargo, hoy en día veo cada día desgraciadamente que nuestro trabajo termina cuando nos han cuadrado los números, independientemente de si la aplicación hace lo que había pedido el cliente, o tan siquiera si esta satisfecho o no. Eso ya ha pasado a un segundo plano; incluso se lo dejamos a comerciales ignorantes en tecnología pero expertos en el diseño de SLA o ANS como decimos todavía en España (somos paletos hasta para el nombre), Acuerdos a nivel de servicio.

¿Es que son necesarias más pruebas? Sí, posiblemente, pero es que el presupuesto y nuestros costes y nuestros márgenes dan para esto, es decir para no hacerlas o lo que es peor (¿Qué puede ser peor que no hacer las pruebas?) Decir que las hemos hecho, y ya durante el periodo de garantía en Producción, arreglamos los fallos.

Ya se ha perdido, en la mayoría de los casos, la vergüenza -o quizás la responsabilidad- por el trabajo bien hecho; amén de no usar la palabra calidad que encima tenemos que aguantar día tras día a mentecatos con corbata la genial frase: “es que la calidad ya no vende”.

Pero vamos a ver, -imbéciles-; si la calidad no vende, qué es lo que vende… ¿Los trabajos mal hechos, los trabajos sin documentar, los desarrollos incompletos, las horas extras que ya no se pagan? ¿Qué es lo que vende? ¿Qué es lo que vendemos hoy en día? ¿La mediocridad, tal vez?

Señores presidentes de las grande compañías y de los grandes bancos; no podemos pasar de una informática de derroche a una informática de “todo a 100”. No podemos mezclar la negligencia de una mala gestión de TI con el coste de hacer las cosas bien. No podemos exigir calidad sueca, y pagar precios de Somalia.

Este camino sólo nos lleva a la chapuza, que junto con el caos cotidiano de las TI -en general- nos puede abocar a problemas mucho más graves de los que tenemos hoy en día. Debemos de volver al trabajo responsable, al trabajo sostenible, y colateralmente de paso a conseguir que las personas que se dedican a esta profesión vuelvan a ser felices, y a sentirse orgullos del trabajo que hacen.

Así se sale de cualquier crisis; pero claro, hay que saber y cuándo no hay conocimiento lo más fácil es recortar el dinero eso cualquier “melón” lo sabe hacer.

Hoy para la regla voy a recurrir -nada más y nada menos- que al mismísimo Alfonso X el Sabio. Amigos, la solución es mucho más fácil de lo que parece. ¿No resultará que hay una mayoría que se siente a gusto con la chapuza? A mí me parece imposible, pero el ser humano es complejo de entender.

Regla nº35:” Los cántaros, cuanto más vacíos, más ruido hacen”.

 

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