A menudo me encuentro con amigos desanimados que me comentan: “Domingo es que voy casi a cumplir 40 años, tengo dos hijos una hipoteca, el coche, y a estas alturas de mi vida yo no puedo cambiar de empresa, tengo que asumir que mi vida es esta…”, y la verdad es que aunque la situación puede ser dura me resulta muy desolador comprobar lo fácil que resulta para mucha gente rendirse ante una situación adversa.
Insatisfacción en el trabajo, estrés, nerviosismos, infelicidad, baja autoestima, preocupación constante…. Pero lo más grave para mi es que dice: ¡que es tarde porque tiene casi 40 años¡¡”.
Pero vamos a ver si no te ocurre ningún imprevisto, lo suyo será que como mínimo te queden otros 40 años de vida, más o menos; eso es media vida, ¿Cuántas cosas has logrado en estos 40 años, cuantas experiencias has vivido, positivas y negativas? ¿Y no se supone que ahora tenemos más sabiduría y madurez que entonces? Pues hay que aprovecharlo ¡tenemos otros 40 años por delante para hacer cosas!
Cuando se tiene esta nueva perspectiva, verdaderamente suelen cambiar bastantes cosas. Las personas, a mitad de su vida, piensan que ha llegado su final ¿no es chocante? Renuncian, se resignan, aceptan su infelicidad. Sin embargo, este proceso es degenerativo, tarde o temprano va creciendo el estrés, la angustia y desasosiego y la sensación de pérdida de rumbo, y claro las consecuencias son nefastas.
La ausencia de un “para qué” y el rechazo a la responsabilidad son desde mi punto de vista las dos dianas a trabajar.
Recuerdo un ejemplo que me puso una vez un profesor, Salvador Mejías, hablando precisamente de la responsabilidad: un día sales a la calle, nos contaba el profesor, y observas que un coche obstaculiza totalmente la calle, y hay un atasco infernal montado. La acción normal que tomamos es seguir nuestro camino y olvidarnos a los cinco minutos del jaleo. Está muy claro que el problema no lo hemos provocado nosotros, asi que nos marchamos con tranquilidad.
Pues bien, en el momento que consideremos que es nuestra responsabilidad incluso una situación tan ajena como esa, entonces habremos tomado la responsabilidad en nuestra vida.
Tenemos que sentirnos responsables, Y NO CULPABLES, QUE ES MUY DIFERENTE, de todo lo que ocurra a nuestro alrededor.
Debemos ser conscientes de que vivimos en este planeta, NO DE QUE ESTE PLANETA ES NUESTRO.
Y las corporaciones, quizás las organizaciones más poderosas de la tierra, deben asumir su propia responsabilidad.
Este debe ser el cambio que quiere ver el mundo, debemos de ser conscientes de que se puede hacer mucho daño o se puede contribuir a hacer un mundo mejor. Independientemente de la edad que tengamos, o de los muros que nos pongan a diario.
Esos muros serán sin lugar a duda, la prueba de cuanto de fuertes son nuestras creencias, ideas o sueños para llevarlos a cabo.
Si no es así, pensar entonces ¿para que hemos venido a este mundo?, ¿para nacer, comer, trabajar, ganar dinero, casarnos, tener hijos, tener un coche, comprar una casa, una hipoteca, el plan de pensiones, enfermar, morir y desaparecer?
Ni mucho menos a este mundo hemos venido para aportar algo importante. Este es un buen tema para reflexionar estas navidades, ¿no os lo parece?.
Os deseo unas felices fiestas a todos y os animo que respondáis en el post a modo de felicitación navideña ¿para que habéis venido a este mundo?
La regla de hoy se la cojo prestada a Gandhi.
Regla nº19:”Debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo”.