Parece mentira que llegadas estas fechas todos los años seamos tan poco originales de repetir todos los rituales propios de estas fechas: enviar masivamente felicitaciones que ni siquiera intentamos personalizar; hacer regalos, cada vez más horteras por cierto, a clientes para tratar así de que este año nos vuelvan a contratar negocio, cenar o comer con compañeros que aborrecemos, beber más de la cuenta en esas comidas o cenas para hacer el ridículo delante de los jefes y amigos…y todo esto simplemente en nombre de la Navidad.
También nos gusta pensar que el día 31 se hace un “reset” de nuestros problemas y que como si de magia se tratara el día 1 empezamos una nueva vida. Me paso por alto el momento “lotería”, esas cuarenta y ochos previas al sorteo del día 22, donde realmente llegamos a estar convencidos de que “este año” será todo diferente y que por fin nos tocará algo con lo que podamos retirarnos.
Posiblemente muchos penséis que estoy exagerando, pero seamos sinceros ¿quién no se ha vista en algunas de las cosas que he comentado en las líneas anteriores?, de una manera u otra nuestra educación tradicional nos lleva a esos pensamientos que vistos en perspectiva son hasta divertidos, sobre todo cuando los vemos claramente reflejados, o lo que es peor ejecutados, en otros.
El mío sin ir más lejos es el “momento lotería”; casi todos los años tengo un Excel donde calculo que voy a hacer si me toca el gordo, a quien voy a ayudar, en que voy a invertir, que me voy a comprar o donde voy a viajar, y sinceramente lo paso bien con esa hoja de cálculo; ahora bien cuando llega la realidad el día 22 y no me toca ni un mísero reintegro no pasa nada, no me deprimo y sigo adelante, guardando la hoja para el siguiente año.
Aquí es donde está la diferencia o el problema; conozco a mucha gente que se hunde después de estas cosas, que piensan realmente que van a mantener el contrato un año más por enviar un hub con 8 conexiones usb de regalo navideño, o esos que crean aplicaciones para enviar las felicitaciones ya que ni siquiera disponen de una base de datos de clientes actualizada.
Este año lo que peor llevo son esas personas que “piden” para el año nuevo “quedarse como están”, siempre me ha sacado de quicio esa actitud, parece ser que nadie se da cuenta de que si te mantienes siempre como estas terminas empeorando; es más estoy seguro que tanta “virgencita que me quede como estoy” ha llevado a tanta gente al nivel actual de frustración profesional que sufren.
Detrás de esa expresión no hay respeto ni reverencia ni fe, tan sólo miedo, mucho miedo a mejorar a desear tener un mundo mejor, un trabajo algo diferente o un proyecto vivo e ilusionante. El miedo a cambiar, pero ya no sólo por cambiar en sí mismo, sino por no tener ni idea de que cambio quieres padecer.
Hay gente que se ha adaptado con tanta resignación a su vida profesional que es imposible cualquier tipo de sueño, el miedo a “no poder pagar la hipoteca” paraliza el hemisferio derecho, izquierdo, lateral e inferior de nuestro cerebro.
Hoy leía en el periódico que un grupo de expertos habían llegado a la conclusión de que para encontrar trabajo eran necesarias tres cosas: Dominio de idioma inglés, habilidad en el manejo de las nuevas tecnologías y actitud emprendedora.
Yo amigos míos no estoy muy de acuerdo con esto, o mejor dicho estoy de acuerdo relativamente.
El inglés es necesario, por supuesto que si, pero no ahora sino desde hace diez años, ahora el chino, el ruso, el alemán o el árabe son casi más importantes que el mismísimo inglés que es imprescindible.
Con las tecnologías ocurre lo mismo, manejar un ordenador, saber escribir una carta o informe, manejar una hoja de cálculo, una base de datos o hacer una presentación, es básico; conocer las redes sociales, tener contenido para las mismas, saber manejar interpretar datos de manera eficiente y rápida son valores diferenciales.
Pero todo eso, y muchas cosas más, no sirven para nada si carecemos de espíritu emprendedor y seguimos pensando en la nómina tradicional y la empresa que haga el trabajo por nosotros, deberemos de aceptar cuanto antes que ese modelo toca a su fin.
Por lo tanto a lo mejor perder nuestro trabajo actual, puede ser una gran noticia, ya que solo así podremos sacar lo mejor de nosotros, a lo mejor apuntarnos a clase árabe es algo más útil que seguir un año más mejorando nuestro inglés, el cual algunos no aprenderemos bien nunca en nuestra vida.
Incluso puede ser saludable perder el miedo a las redes y empezar a expresar nuestra opinión, empezar a decir públicamente que pensamos o porque pensamos de una u otra manera, ir más allá del simple “me gusta” cutre y vulgar del Facebook.
Cambiar de país y darnos cuenta de que se puede ser muy español y trabajar en Perú por ejemplo, darnos cuenta de que vivimos en un mundo, y no en un país o en una provincia; ver que gente de otras razas y países piensan y sienten como nosotros, conocer mejores sitios, y más bonitos que donde siempre hemos vivido.
No lo sé pero hay tantas cosas nuevas por hacer, conocer y descubrir, que me cuesta aceptar que algunas personas sólo piensen en quedarse como están.
Regla nº111 “Las personas felices aceptan las cosas que no tienen remedio, pero luchan por aquellas que tienen solución”.
Me encanta lo leido