Hace poco un amigo me comentaba con cierto pesar cómo su jefe, un nuevo directivo venido de la central desde otro país, sólo quería cumplir con sus objetivos durante el periodo asignado y, por tanto, estaba tomando decisiones en línea con sus objetivos individuales pero perjudiciales para la fábrica a medio o largo plazo.
Este amigo lleva trabajando en esta empresa prácticamente toda su vida laboral, sus mejores años de profesional. Vi en sus ojos la tristeza y vi también porqué. Él estaba y sigue estando cada día a las 7 de la mañana trabajando en la fábrica. Lo ha hecho siempre con ilusión, con la ilusión del que está aportando su esfuerzo individual para conseguir un logro colectivo. Del que busca formar parte de un todo al que se siente orgulloso de pertenecer y que desea perpetuar.
A él le gusta hacer bien las cosas y ama el trabajo que desarrolla. Le conozco lo suficiente para saber que siempre antepone los intereses colectivos (y por tanto de su empresa, de su familia, de su comunidad,…) por encima de los suyos. Jamás tomaría una decisión que provocara daño a la empresa por cumplir con uno de sus objetivos personales o individuales.
Él no es el único que me explica cosas de este tipo. Otros conocidos me han explicado casos similares. Yo mismo he vivido y conocido a personajes de currículo inmaculado que sólo contabiliza éxitos, pero a los que importa un bledo el futuro de la empresa si no les reporta un beneficio directo.
Son personas que buscan el cumplimiento de sus objetivos y su proyección personal por encima de cualquier otra consideración. Están dentro de una empresa pero no para servirla, que es por lo que les pagan, sino para servirse de ella. Seguro que los conocéis. Vamos, los “trepas” de toda la vida. Lo que pasa es que antes los calabas más rápido porque se diferenciaban con relativa facilidad de la mayoría, pero es que ahora hay tantos que ya son mayoría!.
Iba a hablaros de ellos, pero he cambiado de opinión. No vale la pena dedicarles ni siquiera unas pocas de estas líneas. Prefiero hablar de las personas como mi amigo, entre las que, modestamente, me vais a permitir que me considere incluido. De todos aquéllos que discuten las medidas adoptadas por jerarquías superiores en la empresa porque consideran, a su juicio, que no son buenas para el futuro de su organización.
Que defienden sus argumentos, si hace falta con vehemencia, siempre apostando por lo mejor para el negocio, la fábrica, la empresa,… que no entienden de intrigas para conseguir más poder o maquillar resultados para lucimiento personal.
Quiero romper una lanza en su favor y desde estas modestas líneas ofrecerles mi pequeño homenaje en forma de admiración. Quiero animarles a que continúen poniendo el interés colectivo por encima del individual.
Ellos deben aparecer. Se debe apostar por ellos. Nos hacen mucha falta, más que nunca!. Para que nuestras organizaciones y empresas prevalezcan y tengan una oportunidad de futuro.
Si seguimos dejando las riendas en manos de los ”trepas” tendremos muchos currículos impecables, una sociedad decadente y un montón de empresas sin futuro.
Si sois responsables de una organización y está en vuestra mano, os animo a potenciar a estas personas y asegurar que son mayoría en vuestras organizaciones. Os devolverán la inversión con creces.
Mensaje: Cuando el interés individual prevalece sobre el colectivo, aparece la decadencia.