Siempre he pensado que ese refrán que dice “dime de que presumes y te diré de que careces” es uno de los más acertados que existen. A lo largo de mi vida me he encontrado muchas veces con algunas personas que a los cinco minutos de haberte conocido tiene la necesidad de explicarte todos lo que saben hacer y lo bien que saben hacerlo.
Y me parece bien, eso de venderse es muy importante y más en los tiempos que corren; pero entre venderte y ser un pedante o incluso un prepotente hay muy poco espacio.
Había un escritor ruso, creo que fue Tolstoi el que dijo que”los jóvenes no necesitan discursos sino ejemplos”, pues me parece muy acertado para el tema que quiero tratar hoy; la sociedad actual y nuestras empresas no necesitan de discurso ni de personas “que lo saben hacer todo” o incluso de las “que ya lo veían venir”; necesita de personas y profesionales que hagan las cosas, bien o mal, pero que lo intenten.
Algunos acertarán a la primera, otros aprenderán del fallo, pero da igual mientras que eso sirva para avanzar y conseguir aportar valor al resto.
Ser el “más listo” ya no tiene ningún valor, encima si al final resulta que en vez del más listo eres, como decía Randy Paush, “el más alto de los siete enanitos de Blancanieves”.
Lo cierto es que detrás de tanta presunción y de tanta demostración de inteligencia, suele ocultarse un altísimo grado de acomplejamiento, que viene de una infancia o juventud repleta de primos, hermanos o vecinos que lo hacían mejor que tú y con el que algunos padres bombardeaban nuestros débiles cerebros.
Solamente hay una cosa que me desagrada de esta situación y es como afecta colateralmente a las personas brillantes y con talento, que además son una inmensa mayoría, a la hora de trabajar. He tenido mucha veces la ocasión de ver en equipos de trabajo en los que participaban como estas personas, repito brillantes y con talento, se callaban o se escondía a tras dejando a los “boca chancla” que tomaran el control de las situación, ojo de cara a la galería, porque a la hora de sacar el trabajo adelante estos bocazas se apartan; y aunque dejan sus recaditos de “hermano mayor”, permiten que la gente brillante saque los proyectos adelante.
Y lo que es peor, la gente con talento tiene sueños, lo presumidos no, ¿Por qué? Muy sencillo, la persona con talento usa el cerebro y el corazón, los otros solo la boca; además suelen ser estas personas las que al no comprender otra situación dado su nivel de complejos desbaratan cualquier aptitud positiva de otro de manera fulminante.
Una vez leí una frase de J.C. Penney que más o menos decía así “Dadme una mozo de almacén con un sueño, y yo os daré una persona que pueda hacer historia. Dadme una persona sin un sueño y os daré un mozo de almacén”. DE ahí que sea fundamental la visión por parte de nuestros líderes y directivos a la hora de seleccionar a la gente que realmente forme parte de la solución y no del problema; gente que trabaje independientemente de las situaciones justas o injustas que esta época nos está dando
Ahí es donde está la solución en la acción del ser humano, no en su discurso y en la búsqueda implacable de culpables. Yo creo que la época de los héroes ha dado lugar a la época de los grupos heroicos. Quizás uniendo nuestras fuerzas sea más fácil sacar los temas adelante.
¿Y que hacemos con estos presumidos?, muy fácil ayudarles y enseñarles cómo hacer a los cosas, todos ellos tiene valores dentro de si mismos que no pueden o no saben sacar ayudémosles con ejemplos, no con discursos, pero para eso debemos de levantarnos del “banquillo imaginario” en el que hemos decidido sentarnos.
Salgamos a jugar el partido, y si es posible a ganarlo. La regla de hoy es de Baltasar Gracián.
Regla nº65: “El primer paso de la ignorancia es presumir de saber, y muchos sabrían si no pensasen que saben».