Los que Habéis sido Guapos

El lunes estaba desayunando con una amiga mía y, aunque parezca mentira, estábamos hablando sobre George Clooney. No tengo muy claro por qué, pero me cae mal. Yo pienso que da una imagen falsa y, -claro está-, mi amiga no se lo terminaba de creer. En ese momento, se acercó a nosotros nuestro amigo Carlos; una persona a la que yo defino como un “filósofo urbano”, es decir, es una de esas personas que ha vivido la vida al 100%, con el que puedes ir sentado en el metro sin darte cuenta ya que es un ser normal y corriente, pero que cuando tienes la suerte de mantener una conversación con el, das las gracias por haberle conocido.

Es una persona que comparte su alegría por vivir diariamente sin pedirte nada a cambio. Sin querer, te enseña y da lecciones magistrales; de esas que en los master daban hace tiempo, y te mira con sus ojos de anguila, dejándote con una sonrisa que dura y dura prácticamente todo el día.

El caso es que se acercó a nosotros y nos dejó unos comentarios que a mí, como casi siempre, que habla me hacen pensar. Carlos apuesta por un hombre rudo, con pelos en el pecho, y que conquista a las mujeres haciéndolas reír; no como Clooney. Pero lo importante vino al final, cuando me clavó sus ojos en la frente y, con esa media sonrisa heredada del mismo Edward G Robinson, me dijo: “Domingo, es lo que tenéis los que habéis sido guapos”.

En ese momento, sonó la campanilla que tengo interna cuando oigo algo interesante a mi alrededor, y dije para mis adentros: “ya está Carlos. La ha clavado otra vez”. Y a partir de ahí, empecé a mirar hacia mi entorno cercano, y no tan cercano, y darme cuenta de la cantidad de gente que está viviendo de las rentas “culturales”, sin aportar nada nuevo a la sociedad actual.

De cuántos profesionales que, de una manera más o menos discreta, están calculando diariamente su liquidación y que, mientras tanto, ocupan sus lugares; que, desgraciadamente suelen ser altos, tratando no de transmitir su experiencia, sino “implantando” su experiencia.

Esto es muy grave. A mí, desde muy joven, me han enseñado a respetar a los mayores y aprender de ellos; pensar que los caminos, que para nosotros están vírgenes aún, han sido pisados varias veces por ellos. Sus consejos y experiencias son de un valor muy grande para nosotros.

Hace tiempo, discutía sobre este tema con otro amigo mio que era un gran jefazo, -Francisco-, y yo le comentaba que no entendía a muchos profesionales que yo conozco que estaban obsesionados con parecerse a él y ser como él. Este señor me comentó que ya lo sabía, y que le daba mucha pena, porque la experiencia la tienes que hacer tuya. Para que realmente sea tuya, no la puedes copiar y pegar como si de un texto se tratará.

También recuerdo que me dijo que lo que más admiraba de mí es que yo quería llegar arriba; pero siendo yo mismo… Es un precioso comentario; pero no he llegado a ningún sitio.

La ausencia de personalidad y la carencia de inteligencia son, sin duda, dos características que la crisis está sacando a relucir de muchas personas. Cuando ves a alguien que te habla de sus ventas, que tiene más de 10 años o, -lo que es peor-, que las hicieron otros y él tan sólo ha estado atento para heredarla. Claro que eso también tiene su valor: hay que saber estar en el sitio adecuado.

Lo cierto es que la sociedad necesita aprender del pasado, pero mirar al futuro y a lo nuevo con urgencia. Hace poco, en un curso, oí al profesor que preguntaba por qué el parabrisas del coche era tan grande y el cristal del retrovisor tan pequeño. La respuesta es sencilla: el parabrisas debe ser grande porque la visión que debemos de tener delante de nosotros debe ser limpia y amplia, mientras que las miradas al pasado deben hacerse por un agujero más pequeño.

Es bueno guardar recuerdos, pero deben permanecer en nuestra mente si queremos hacer negocios nuevos, si queremos crear riqueza, si queremos crear puestos de trabajo nuevos o aportar valor, no podemos hacerlo con las ideas o con los argumentos oxidados del pasado.

El miedo es un mal aliado; pero los trabajos o servicios con olor a naftalina tampoco destilan un aroma apasionante.

Tendremos que hacer como mi amigo Carlos, que el viernes me volvió a vacilar, diciéndome que le habían regalado un frasco de “Bulgari” por ser vulgar…. Carlos tú eres sensacional, y la fuerza que transmites, -en este caso a mí-, es brutal. Gracias.

Regla nº31:” No podemos planificar el futuro basándonos en los éxitos del pasado”.

 

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