Hoy, en las empresas, la palabra “líder” se ha vuelto sinónimo de alto directivo. Cuando la gente habla de formar líderes, se refiere a la preparación de los altos directivos. Cuando preguntan qué piensan los líderes, están preguntando qué piensan los altos directivos.
Esto presenta dos problemas: primero, implica que los que no están en una posición de alta dirección no son líderes. Tal vez aspiren a serlo, pero no lo son hasta que llegan a ella. Segundo, nos deja sin ninguna definición real de liderazgo, pues si es simplemente una posición en la jerarquía, no hay una definición independiente de liderazgo. O se es un directivo, o no se es; no hay nada más que decir.
Por lo tanto, nuestros altos directivos suponemos que son líderes; aunque familiarmente les conocemos como jefes, y en ellos reposa nuestra tranquilidad para salir adelante en cualquier actividad.
Yo estoy harto de poner en mis presentaciones alguna trasparencia con la frase: “Es necesario el apoyo de la alta dirección”… o también está: “el cambio sólo ocurrirá cuando sea impulsado desde arriba”. Seguro que las hemos oído un montón de veces y, sin embargo, hay buenas razones para ponerlo en duda. Son muy débiles los indicios del poder de la dirección para disponer que cambien las empresas.
En el mundo de las organizaciones -y más hoy en día-, es muy habitual la idealización de un jefe-héroe que cambie todo y haga que la empresa funcione correctamente. Lleva a una búsqueda interminable de figuras heroicas capaces de salvarnos de empresas recalcitrantes y no competitivas.
Yo, desde mi experiencia, he llegado a ver nuestra obsesión con el “jef@-héroe”, como una especie de “adicción cultura”. Frente a la necesidad práctica de un cambio significativo, optamos por el jefe héroe, en lugar de desarrollar capacidad de liderazgo en toda la organización. Llega un nuevo “jef@ -héroe” a infundir nueva vida en la empresa, y lo que hace hoy, es reducir costes; generalmente despedir personas e incrementar la productividad y los beneficios. Pero los progresos no son duraderos. Muchas de las grandes estrategias del líder nunca se llevan a la práctica, sino que la gente sigue haciendo las cosas a su manera habitual. No se producen nuevas ideas entre los que están al frente porque están demasiado intimidados para arriesgarse. No se liberan energías para crear nuevos productos o nuevas maneras de atender a las necesidades de los clientes, porque los empleados están demasiado preocupados compitiendo unos con otros para complacer a los jefes.
Tarde o temprano, surge una nueva crisis que da origen a la búsqueda nuevos “jef@s-héroes”. El mito crea un círculo vicioso de cambio drástico impuesto desde la cumbre, así como disminución de capacidad de liderazgo e innovación en la empresa; lo cual -con el tiempo- da lugar a nuevas crisis, y más “jef@s-héroe”.
El culto a este héroe es la manera más segura de conservar instituciones adversas al cambio. El precio que todos pagamos, a la larga, es incalculable: empresas que cojean de una crisis a otra, tensión continua entre los empleados de la empresa, rendimientos financieros mediocres a largo plazo, y un sutil y penetrante refuerzo del punto de vista de que “la gente común” es impotente para hacer cambiar las cosas.
A partir de este punto quiero dejar abierto un debate para diferenciar una consecuencia de esta miserable manera de dirigir las empresas. Es la confluencia de dos palabras muy interesantes: “cumplimiento” y “compromiso”.
La palabra “compromiso” se ha puesto de moda porque, generalmente, se cree que los ambientes de trabajo de “alto compromiso” son más productivos y, probablemente, también porque muchos directivos no se sienten cómodos ordenándoles a los empleados que cumplan con los objetivos de la dirección. Pero lo triste es que la mayor parte de los esfuerzos de cambio, impulsados por la dirección, no requieren compromiso. Se basan en cumplimiento.
O los empleados cumplen o están en conflicto con los jefes, sabiendo que es difícil discernir entre visiones y órdenes.
Regla nº17: “Si seguimos haciendo las cosas como las venimos haciendo, obtendremos los mismos resultados”.