Los Cambios Continuos

En los anteriores post, he intentado crear el ambiente que permita explicar al lector el entorno y las características en que las TI se mueven hoy en día. Por supuesto quedan muchas cosas que, seguramente, iremos tratando en los próximos meses. Sin embargo, creo que es interesante que empecemos a meternos de lleno  con nuestro trabajo del día y día, para ver y analizar cómo los diferentes procesos sociales aparecen o brillan por su ausencia.

Evidentemente, si vamos a cualquier empresa de TI, y le preguntamos un técnico que desarrolla software en que consiste su trabajo, posiblemente le aparezca una sonrisa en sus labios mientras que por su mente pasará algo parecido a: “¿y que le digo yo a este hombre?”. En otras profesiones esto no ocurre, pero en la nuestra si: no sabemos muy bien en qué consiste nuestro trabajo. Buena forma de comenzar.

Desde fuera, sin embargo, la respuesta parece sencilla: pues en desarrollar software, o incluso alguno más positivo. Podría llegar a decir algo como: “Desarrollar software, que funcione correctamente”.

Fijaros que simplemente con estas observaciones, a simple vista sencilla y de sentido común, ya tenemos suficiente material para reflexionar.

Muy rara vez, un desarrollador desarrolla (curiosa paradoja); ya que un desarrollador, la mayoría del tiempo, está manteniendo software; es decir, arreglando cosas que él mismo u otro han hecho, y no funcionan correctamente. A esto se le denomina correctivo. Y lo primero que se me ocurre pensar es por qué al que mantiene no se le llama mantenedor. ¿Sería más correcto, no?

¿Y por qué mantiene? se preguntará alguno. Si le he pagado por hacer algo, su obligación es hacerlo bien a la primera y ya está. Es decir, la segunda opción: “desarrollar software que funcione correctamente”.

En este sector es muy complicado hacerlo bien a la primera. Voy a evitar comentar las situaciones (bastante numerosas por cierto) en las que no hay requisitos, o no están perfectamente definidos. Sobre eso, hay un Post -que tengo muy claro- es esperado por unos cuantos amigos míos. No voy a hablar solamente de las numerosas ocasiones en que, durante el tiempo de desarrollo, la petición cambia por necesidad del negocio, o por cambios legislativos. Y es aquí donde lo social nos puede ayudar mucho.

En nuestra vida, nosotros hacemos planes continuamente; para el día, para el fin de semana para las vacaciones, y por infinidad de motivos: a veces graves, otras veces auténticas tonterías. Los tenemos que cambiar, y es por eso que debemos aprender a vivir con el cambio, como parte inherente de nuestras vidas.

Estos cambios no son malos; es más, mucha gente piensa que precisamente la capacidad para triunfar de las personas radica en su capacidad para adaptarse a los cambios. Pero esto no significa que los cambios deban ser tratados adecuadamente.

Un cambio tiene que tener un sentido, un origen. No es lo mismo cambiar una aplicación porque una ley ha sido modificada, a cambiar la misma aplicación porque al usuario el color del fondo de la pantalla no le agrada.

Ese cambio debe ser cuantificado y sobre todo analizado. Antiguamente, cuando trabajaba como programador en los antiguos CPD’s, era muy frecuente que se acercar el usuario y, a cambio de un café, te pedía que cambiaras una pantalla en un par de horas. Éramos capaces de hacerlo (lo que nos convertía en superhéroes). De lo que no éramos tan capaces era de arreglar los desperfectos que ese cambio acarreaba en otras partes del sistema.

El impacto del cambio debe ser meticulosamente analizado, porque una cosa aparentemente sencilla de corregir, hay que probarla dentro del sistema completo; lo cual incrementa el tiempo y, por lo tanto, el coste.

Y para terminar por hoy, ese cambio debe ser planificado. Aquí algunos de vosotros acabáis de sonreír al leer esto, ya que lo padecéis como un dolor de cabeza.  Me piden que cambie un pequeño programa (-urgente por supuesto-) y estimo que lo hago en 5 horas. Empiezo con ello. Cuando llevo una hora, me piden otro nuevo que lo puedo hacer en tres horas (-este también era urgente-). Dejo de hacer el primero, y me pongo con el segundo. Pero cuando llevo una hora, llega uno más supe urgente que debo hacer en una hora, y dejo de hacer el segundo (del primero ya ni me acuerdo).

Bien; el problema es sencillo. Necesito 9 horas para arreglar los tres temas. Sin embargo, llevo dos meses con ello. ¿Cómo es posible? Bueno, muy sencillo: trabajo 8 horas. Al menos eso digo porque, realmente, no trabajamos más de 5. Si 5 (pensar en cafés, contar el fin de semana, comer, mails, más cafés). Con lo cual, ya voy 4 por debajo. Pero lo más complicado es que aquí he puesto tres cambios, cuando -a lo mejor- son 15 cada día.

Esos cambios deben ser planificados, priorizados y ejecutados con un orden. Nada más; porque si no, lo que estamos haciendo con el corazón y con la buena intención de ayudar, está convirtiendo nuestro día a día en esa pesadilla llena de Fredy Krueger en la que vivimos.

¿Hay que enseñar al usuario a pedir las cosas? También; pero eso será en otro Post

Regla nº 6: “Todo cambiará tanto hasta que ya sea imposible que siga cambiando”.

 

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