El lunes pasado me tocó ir a un cliente para hacer una presentación a primera hora de la mañana. Optamos en quedar sobre las 8 de la mañana en una cafetería que está al lado de las oficinas del cliente, en plena Castellana.
Curiosamente, y sin que sirva de precedente -como suelo decir-, llegué el primero; cosa poco habitual en mí, y que todos los que me conocen –desgraciadamente- saben que digo la verdad. Llegó mi compañero, y subimos a ver al cliente.
En la recepción había una mujer ya entrada en años; pero que, por la mirada aguileña que tenía y por la perfección de las curvas que marcaban sus arrugas en la cara, destilaba una experiencia empresarial digna de dirigir un máster en dirección de empresas.
Y entonces, gracias a ella, me vino la inspiración para escribir este post. Después de identificarnos, y mientras esperábamos que saliera nuestro cliente a por nosotros, llegó un señor que debía ser alguien importante y le preguntó por otra persona, -una tal Jose Luis- al cual necesitaba para irse a una reunión con él, y que debía ser importante por el tono de voz que éste marcaba.
Pues fue en ese preciso momento cuando yo esperaba un “pues no le he visto” o quizás un “me acaba de llamar que llega en unos minutos” o incluso “acaba de bajar a tomarse un café”. Esta buena mujer le miro a los ojos, esbozó una leve y sensual sonrisa, y le dijo: “Ramón, los artistas no madrugan…”
Esa respuesta me descolocó por completo y me hizo pensar. Evidentemente, la sabiduría, la elegancia, la “mala leche”, e incluso la falta de respeto de la respuesta se mezclo todo en un crisol de respuesta que el tal Ramón no supo encajar.
No hace mucho tiempo, nuestros “mayores” nos educaron en el “a quien madruga Dios le ayuda”; algo que, más allá de lo religioso, y que nos lanza un poco esa filosofía de nuestros padres y abuelos del esfuerzo.
En una forma de vida en la cual hacer las cosas poco a poco, hacerlas bien para ser felicitado, ir sumando para que al final del año -o incluso de los dos años- nos valiera para un ascenso o una subida, el ir poco a poco… Esa es una forma de vida que ahora está dando sus últimos coletazos.
“Yo me quedo un poco más hoy, pues mañana ya llegaré a la oficina”, “yo he tenido que hacer algo este fin de semana; pues me cojo un día de vacaciones…” Ya no nos esforzamos, sino que “tasamos” nuestro esfuerzo; producido por nuestra mala gestión.
Es decir; tengo que hacer algo para el viernes, estoy haciendo “el moñas” toda la semana, el jueves me quedo hasta las doce de la noche, el viernes con ojeras le digo a todo el mundo que me acosté tardísimo por el “curro”. Me voy a toda leche el viernes para descansar porque no puedo más. Por supuesto no me pongo la corbata, sino que vengo de “seudo-casual”, es decir; hecho un guarro. Y el lunes, a lo mejor lo cojo de vacaciones.
El problema no es ese, sino que el trabajo que entregué era una porquería, y no servía para nada. Estoy harto de terminar ofertas el día anterior, de acabar informes quince minutos antes pero, sobre todo, estoy harto de que esta forma de trabajar sea la que mola, la que hace que los “roba gallinas” de siempre se conviertan en “artistas”. Que además vayan pavoneándose de ello, y dando ejemplos de new look.
¿New look? Por supuesto que sí; de chapuzas, de personas sin discurso, de ciegos que no ven más allá de lo que dice su Excel, o su informe copiado y retocado sin inteligencia. Estos tipejos nos han llevado a donde estamos ahora muchas empresas. Aunque la crisis les ha dejado al descubierto, tanto que una señora como la recepcionista que comentaba al principio los tiene calados.
La buena noticia es que estas personas ya son visibles, e identificados y cada vez; incluso repudiados. Ya nos da lo mismo si no tiran de la cadena después de ir al servicio, porque apestan con la presencia.
Recuperemos ese “poco a poco”; esa “teoría del esfuerzo”, del trabajo duro y -sobre todo- el de pensar en conseguir la cosas a base hacerlas bien; dando lo máximo de nuestra parte. Aunque parezca que no merece la pena esta actitud, estamos equivocados: es la única que realmente merece vivirse.
Regla nº47: ”Aunque la mona se vista de seda mona se queda”.
Querido amigo, excelente la reflexión. El esfuerzo, el trabajo duro y no más de «es que yo soy así» es lo que necesita cualquier persona, empresa y país para ser mejor….
Querido amigo, excelente la reflexión. El esfuerzo, el trabajo duro y no más de «es que yo soy así» es lo que necesita cualquier persona, empresa y país para ser mejor….
Querido amigo, excelente la reflexión. El esfuerzo, el trabajo duro y no más de «es que yo soy así» es lo que necesita cualquier persona, empresa y país para ser mejor….
Querido amigo, excelente la reflexión. El esfuerzo, el trabajo duro y no más de «es que yo soy así» es lo que necesita cualquier persona, empresa y país para ser mejor….
Yo también creo en el ESFUERZO, y sobre todo en el HACER LAS COSAS DE CORAZÓN. Si no, mejor quedarse en la cama a «otra cosa mariposa»!!!
Yo también creo en el ESFUERZO, y sobre todo en el HACER LAS COSAS DE CORAZÓN. Si no, mejor quedarse en la cama a «otra cosa mariposa»!!!
Yo también creo en el ESFUERZO, y sobre todo en el HACER LAS COSAS DE CORAZÓN. Si no, mejor quedarse en la cama a «otra cosa mariposa»!!!
Yo también creo en el ESFUERZO, y sobre todo en el HACER LAS COSAS DE CORAZÓN. Si no, mejor quedarse en la cama a «otra cosa mariposa»!!!
Todo lo que dices es cierto, yo añadiría a la cultura del esfuerzo, la cultura del trabajo en equipo, la cultura de la humildad, y la del compañerismo.
Todo lo que dices es cierto, yo añadiría a la cultura del esfuerzo, la cultura del trabajo en equipo, la cultura de la humildad, y la del compañerismo.
Todo lo que dices es cierto, yo añadiría a la cultura del esfuerzo, la cultura del trabajo en equipo, la cultura de la humildad, y la del compañerismo.
Todo lo que dices es cierto, yo añadiría a la cultura del esfuerzo, la cultura del trabajo en equipo, la cultura de la humildad, y la del compañerismo.