Si lo miramos detenidamente la vida es una escalera, la cual no tiene un final visible, siempre debería estar hacia arriba, y carece de rellanos en los que te puedas parara a descansar. Esa escalera de la vida la subes en solitario, pero no nos engañemos, con el ánimo e ímpetu que te da la gente de tu alrededor, tus actos, en definitiva lo que vas dejando en cada piso.
Hay personas a las que decir hasta que piso subir, otras no saben hasta donde deben subir, otros piensan que se debe subir lo más alto posible y la mayoría está sentada viendo que hacen los demás.
Yo personalmente no puedo decir si es bueno subir o bajar escalones, porque me ha tocado hacer las dos cosas; no sé hasta que piso hay que subir; lo único que he aprendido es que siempre debes estar en movimiento; y desde luego la lección que más he aprendido es que debo respetar la elección de cada persona; es decir que tú tienes capacidad para subir veinte pisos más pero decides quedarte en el primero por miedo, por comodidad o por el motivo que sea, pues debo respetarte.
O también debo pensar otra alternativa; debo ayudar a quien quiere subir escaleras y o desperdiciar mi tiempo con los otros, aunque puedan y tenga capacidad para hacerlo. Lo malo es que me resulta difícil ya que esto al fin y al cabo no es más que aceptar algo o a alguien que te decepciona.
Por eso esta semana voy a escribir muy poco, he tenido varias decepciones y la verdad es que no me encuentro muy lúcido para escribir cosas que no os aporten valor; por eso me voy a permitir el lujo de copiar al maestro Alex Rovira de su magnífico Blog www.alexrovira.com un post en que de esa manera tan extraordinaria que tiene, y con ese optimismo inteligente que usa continuamente, el habla precisamente de subir escaleras. Dice así:
“En todo proyecto o anhelo, tal y como decía Francisco de Asís, lo inteligente sería comenzar con lo necesario; avanzar en la conquista de lo posible; seguir sembrando posibilidades y creando circunstancias hacia lo anhelado: y perseverando, quizás conquistemos lo que era imposible cuando comenzamos a andar.
Porque el futuro es presente y el mañana es lo que sembramos hoy; vale la pena no olvidar que los peldaños de lo que está por venir se asentarán sobre la firmeza que construyamos en los escalones de hoy. Y cada escalón andado es una obra en sí misma que merece la pena andar bien.
Perseverancia, paciencia, visión, entusiasmo y esperanza son los valores que son el aliento, la fuerza y el sentido que nos permiten dar un paso más.
Finalmente, cuando conquistemos la cima, el fin de la escalera, seguramente nos daremos cuenta de otra nueva nos aguarda, y que lo importante no es tanto realizar nuestro anhelos (llegar al final de la escalera, cumplir el objetivo deseado), sino lo que nuestro anhelo ha hecho para que lleguemos allí más ligeros de equipaje, lúcidos y entrenados para enfrentar nuevos retos y brindar las fuerzas y experiencia adquirida a otros como una mano amiga que les ayude a seguir subiendo su escalera”.
Regla nº105. «Si quieres subir una escalera larga, no mires hacia ella, mira cada peldaño».