Como muchos sabéis llevo desde los 14 años jugando al fútbol, es una de mis pasiones. Lo he hecho con más o menos continuidad, pero siempre de portero.
Ese «rol» me ha seducido desde el primer momento: jugar en un equipo y vestir de manera diferente, jugar con las manos en un deporte que se juega con el pie, ser espectador de lujo y poder ver el partido desde una perspectiva única, son algunas de las cosas que requieren una personalidad “diferente”.
Solamente he llegado dos veces a una final y solo he ganado una. No he conseguido grandes títulos ni reconocimientos, pero no he dejado nunca de divertirme y de ser un “poco mejor” cada año.
A lo largo de todo este tiempo he conocido grandes personas tanto en mis equipos con contra los que he jugado, tengo amigos a “ambos lados”. También he conocido a mala gente y también a “ambos lados” y estos aunque han hecho mucho ruido han sido los menores. El resultado final es que sigo jugando y si las lesiones me lo permiten seguiré todavía unos cuantos años.
Mi vida futbolística ha sido muy parecida a la profesional. Solamente me han reconocido una vez y ha sido una asociación, nunca una empresa. No he conseguido ningún logro que haga que las empresas se peguen por mí, pero he hecho proyectos que me han llenado y donde he conseguido mejorar la vida profesional de mis clientes.
Generalmente he trabajado en empresas y con compañeros que no han respetado ni respetan la calidad, pero que cuando tiene problemas me llaman. También he trabajado con muy buenos profesionales, y tengo amigos a ambos lados y enemigos. Y curiosamente esa visión basada en la calidad y la mejora continua me hace ver los negocios de una manera diferente o digamos desde una perspectiva diferente.
Mientras todo el mundo solo se preocupa por facturar hoy, yo me preocupo de cómo se hacen las cosas para poder seguir facturando mañana. Mientras todos viven en el día a día de una manera estresante, yo disfruto pensando en pasado mañana. Mientras muchos viven solo pensando en mantener su trabajo yo procuro tener una profesión porque de esa manera nunca me faltará el trabajo.
Este año juego en dos equipos y la suerte no nos está favoreciendo, de hecho, he encajado más goles esta temporada que en las cuatro o cinco anteriores. Algunos de mis compañeros están desolados, ya ni quieren jugar, otros se resignan y buscan excusas en las tácticas, otros llegan más allá y culpan a sus compañeros porque no juegan bien, sin darse cuenta que el futbol al igual que la empresa no es un deporte de “uno” sino de “equipo” donde las circunstancias, los momentos personales de cada uno, lo estados de ánimo pueden influir de manera notable.
Igual que pasa con las lesiones, aparecen cuando menos te los esperas y afectan a la persona y al equipo, porque se gana y se pierde en equipo.
Cuando empiezas tu negocio ocurre un poco lo mismo, tienes tus ideas tu ilusión, pero aparece la competencia, no salen los clientes, o lo que es peor no te pagan o te pagan mal, están los miserables impuestos de este país, el momento, en fin, un montón de cosas que hace que mucha gente se auto culpe o busque responsables donde no los hay.
El Sol siempre sale después de la tormenta y lo que debemos hacer es aprender a bailar bajo la lluvia.
Ya sé que suena muy “flower” este comentario, pero es la verdad.
Yo en esta temporada me siento mejor portero que nunca, y aunque la victoria no llega me voy, la mayoría de las veces, contento con mi trabajo, veo que llego a balones que antes no llegaba y sobre todo me encuentro útil en el equipo.
Lo único que siento es que no soy capaz de transmitir esa energía a muchos de mis compañeros a los que veo frustrados y derrotados, buscando “fantasmas” o “culpables” sin darse cuenta de que las soluciones están dentro de cada uno de nosotros mismos. Si no somos felices nosotros mismos no podremos ser nada: ni jugadores, ni compañeros, ni amigos, ni profesionales, ni nada, solamente unos frustrados.
No podemos desarrollar un buen trabajo sino tenemos pasión en lo que hacemos, no podemos ganar un partido sino confiamos en nuestros compañeros.
Si no luchamos por lo que tenemos dentro y no dejamos nuestro orgullo a un lado nos quemaremos y confundiremos “ser competitivo”, “ser responsable” o “ser el mejor y perfecto” con ser simplemente un “pobre hombre”.
La vida es una competición, pero de largo recorrido.
Yo siempre he dicho que el verdadero campeón de los juegos olímpicos no debería ser el más rápido sino el que termina y gana la Maratón, y la vida es un gran Maratón el mas grande que podamos correr nunca.