Amigos hoy el post va a ser algo deportivo pero creo que de una gran aplicación dentro del mundo de la empresa. Ayer por primera vez en mi vida gané un trofeo deportivo, la copa de Madrid de la liga de futbol 7. Yo soy el portero del equipo y también el más veterano, es decir el mayor de edad.
Y cuando digo mayor de edad me refiero a una diferencia de edad de casi 15 años con el siguiente y casi 22 con el más joven; ante tal diferencia y en un deporte como es el fútbol mucha gente podría pensar que como es posible convivir con esa diferencia tan grande.
La verdad es que resulta difícil de explicar pero hay diferentes claves: la primera de ellas es el deseo de formar equipo que todos tenemos, por encima de cualquier resultado o marca personal está el triunfo como equipo, nuestra posición en la liga. Luego en tiempo de bromas después de los partidos están los pichichi, los zamoras, los golazos, las palomitas, los errores y las cagadas, pero cuando el partido se ha terminado y siempre con dos objetivos: reírnos y aprender para el próximo partido.
La segunda clave es el compromiso que cada uno de nosotros tenemos con el equipo, compromiso que mucha veces nos lleva a discusiones, todos tenemos vida privada y no somos un equipo profesional, por lo que los viajes con la familia, con la novia, las fiestas y otros compromisos hacen que alguna vez falte gente en el equipo. Estos inconvenientes a veces son oportunidades nuevas de conocer a gente ya que buscamos sustitutos y en algunas ocasiones esta nueva gente llega a formar parte del equipo.
La tercera clave es el trabajo, esto me afecta mucho a mí, ya que soy el que tengo limitaciones pero trabajando y demostrando que haces por mejorar semana tras semana, aunque no consigas el resultado esperado (que si lo consigo), me gano el respeto del equipo.
Y esta es la cuarta y más importante clave: el respeto. Cada uno de nosotros sabemos lo que somos capaces de hacer, se lo mostramos al resto del equipo, y lo hacemos; eso hace que si todo sale bien la alegría es compartida y celebrada, pero si o sale bien y perdemos el respeto nos une y nos ayuda a entender nuestros fallos y a ayudar a superarlos.
Por el respeto llegamos a la quinta clave, la confianza. No haya nada más relajante cuando empieza un partido que saber que tienes delante a un compañero que te va a ayudar, estar tranquilo de que el delantero va a marcar los goles o tener la tranquilidad de que si algún balón llega a la portería no va a entrar.
La seriedad y la ilusión por llevar todo esto adelante es lo que marca la diferencia entre unos equipos y otros y hace que llegue el momento de las personas; los equipos de futbol o los grupos de trabajo empresariales somos grupos de personas, donde todo tiene cabida y donde el objetivo común es el que marca la diferencia.
Ahí, en ese justo momento es donde los egos y los triunfalismos personales deben desaparecer para dar lugar al grupo; donde el joven escucha al mayor e intenta imitar su serenidad; donde el mayor adquiere la ilusión del joven por ganar; donde el rápido ve que hueco debe dejar para que el que es más lento, pueda dar su toque especial que a lo mejor es más dúctil que el suyo.
Entonces los partidos un día se ganan por lo goles del delantero, otro por el juego de los medios, otros por las paradas del portero; unos días se gana merecidamente y otros días la fortuna se alía con nosotros; pero esta es la parte fácil, el equipo se hace en los días que los goles no entran, que la estrella no tiene su día, el día que el portero sale mal y se la cuelan entre las piernas.
Ese día el equipo se hace fuerte, y a continuación empieza a ganar pero ojo!, que también hay que saber ganar, ser el número uno también te exige saber estar a la altura. Mantener la ilusión, el nivel y las ganas.
A lo mejor nuestros empresarios -o incluso nuestros políticos- deberían de mirar menos escuelas de negocios o teorías infumables de otros políticos internacionales, y fijarse más en los que de verdad son ejemplos de esta época: “los deportistas”. Esta época en la que hasta el Papa dimite, en que un día sí y otro también vemos como los políticos de centro, de izquierda, de derecha, de arriba de abajo absolutamente todos están pringados en líos de estafas y pillaje, podemos ver deportistas, y no me refiero al Madrid o al Barcelona, que pueden estar a la altura de los políticos, sino a los cientos de deportistas anónimos que juegan el ligas inferiores y no sólo al fútbol sino a cualquier deporte.
En la época que practique artes marciales, una cosa que me sorprendió es ver a ancianos japoneses practicando Aikido, que era el arte que practicaba yo; nunca he visto un futbolista de 75 años o un alpinista o un jugador de baloncesto. Eso me llevó a pensar que si una persona de esa edad podía practicarlo este tema no debería ser malo.
Y desde luego aprender de los mayores ha sido una de mis grandes cualidades que me ha dado muchos beneficios.
Regla nº74: “Yo nunca seré viejo, porque para mí ser viejo es siempre tener diez años más de los que tengo”.
Tu nunca seras mayor Domingo
Tu nunca seras mayor Domingo
Tu nunca seras mayor Domingo
Tu nunca seras mayor Domingo