Creando Debate

Yo reconozco que si algo me gusta en esta vida es tener una buena discusión con amigos, o no, sobre algún tema interesante que nos lleve tiempo. Dar mi opinión, escuchar las de otros y debatir sobre cuál puede ser más acertada que la otra, o simplemente ver que pensamos de forma igual o parecida me ha parecido una de las acciones más gratificantes que podemos hacer los humanos.
Y ahora resulta que con la aparición de las redes sociales parece que esto termina, que ya no podemos seguir hablando, que las tertulias o las conversaciones de café se terminan, y que estamos condenados a comunicarnos solamente a través de twitter, Facebook o whatsapp. Nada más lejos de la realidad amigos.
La aparición de las redes sociales, indistintamente de la aplicación que se use no están concebidas para terminar con la comunicación humana sino para multiplicarla sino exponenciarlas a la enésima potencia. Si yo antes podía hablar con cinco amigos ahora lo puedo hacer con esos veinte que viven lejos, o con eso quince que sin vivir lejos nunca encontramos tiempo para telefonear.
Yo sigo y seguiré tomando el aperitivo con mis amigos y teniendo charlas de esas que hacen que tengamos que comer en algún sitio agradable para terminar en sobremesa. Seguiré discutiendo de los temas que me gusta discutir, que son muchos, mirando a la cara a mis contertulianos; y porque no seguiré conversando con mis amigos y amigas mientras comemos, o paseamos.
Y además, a través de las redes dispondré de ellos en cualquier momento para comentarle o que me comenten que nos ha parecido esa película que acabo de ver, o ese viaje que acabo de comenzar o terminar, podré avisarles de las charlas que doy y me enterare de paso de lo que hacen ellos.
Con algunos quedaré, y hablare con ellos a través de las redes, con otros solo quedaré y con otra parte sabré de ellos a través de la red, y cualquiera de ellos será igual de amigo independientemente del medio de comunicación que utilicemos.
Ahora bien ¿Qué haremos con los incultos analógicos o los frikiplastas? Pues hay que administradlos igual que hace quince años teníamos amigos estupendos, amigos pesados que evitábamos ver como fuera y amigos pestilentes que solamente les queríamos perder de vista como fuera.
No olvidemos que las redes sociales reflejan nuestra realidad y la ponen de manifiesto con un impacto brutal; en lo bueno y en lo menos bueno.
Es decir, antes a lo mejor suponíamos que alguien que conocíamos era un poco tonto, pero no teníamos pruebas, ahora Internet nos brinda a diario la confirmación de que ese amigo no es que fuera tonto es que es muy tonto. Pero este medio también nos enseña cosas bonitas de gente que desconocíamos, ese interés por la música clásica, o por el cine o por la fotografía, esa sensibilidad que en nuestros cafés nunca habíamos percibido, y sobre todo nos muestra la generosidad, en la mayoría de los casos.
¿Qué ocurre con los incultos analógicos?, a estos la verdad es que los estoy cogiendo manía, o bien presumen de que ellos son súper naturales y que odian las redes porque impiden el contacto humano, o bien se apuntan a todas las redes para: COTILLEAR, es decir están viendo todo lo que tú haces y pones pero ellos no escriben ni una línea, ni comparten fotos, ni conocimiento, y depende de con quine estén igual juran no tener Facebook.
Los hay con algo más de estilo, no ponen ni aportan y de vez en cuando ponen un vulgar “me gusta” para dar sensación de participación. Aquí hay dos tipos: los sinceros introvertidos, es decir se alegran de lo que pones, les gusta de verdad pero les da vergüenza decir algo y luego los sinceros catetos, es decir les gusta pero es que no saben demostrar por escrito sus emociones.
Por otro lado están los frikiplastas, estos también hay que cogerlos con cuidado, una cosa es que comuniques y otro bien diferente es que me estés contando cada dos minutos que haces, con frases absurdas. Un “esperando el avión” de vez en cuando es divertido, sin embargo un “esperando el avión, comiendo un bollo, leyendo el periódico, sigo esperando el avión, hay gente, alguien chilla, el avión no llega, se me acaban las pipas, creo que salimos, no, si, a la tercera va la vencida, por fin despegamos”, la verdad es que aburre y carga un poquito.
Algunas personas gracias a las redes estamos descubriendo algunas facetas de nuestros amigos que no nos gustan o nos decepcionan; el ridículo juega un papel importante en esta faceta, junto con el respeto.
Debemos aprender que decir de palabra una cosa a verla escrita tiene sus diferencias, y connotaciones generalmente negativas, sobre todo si se trata de palabras mal sonantes.
Sin embargo las redes no son una moda, sino una nueva forma de comunicarse a la que debemos sumarnos de manera inmediata por dos motivos muy importantes: uno por nosotros mismos, si no en menos de tres años estaremos fuera del circuito profesional, comercial y prácticamente social, y segundo pero más importante: por nuestros hijos; para muchos de ellos este entorno es natural y necesitan que nosotros les enseñemos valores o técnicas que puedan mejorar, pero para ello deberemos aprender primero.
Negar a un niño hoy el uso de las redes, es como si nuestros padres nos hubieran prohibido usar el teléfono o la televisión. No confundamos las modas con las tendencias y porque no, salgamos de nuestra zona de confort donde nos mostramos conservadores a ultranza, pero no sé de qué. ¿De la lengua de Cervantes? Yo creo que simplemente es miedo, a nosotros mismos y al ridículo.
 
Regla nº82: “Si no hay comunicación no hay ser humano.”.

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