Cosas que aprender de la gente creativa

La verdad es que a diferencia de otros Post en los que soy capaz de poner un número a la cantidad de cosas que aprendo de una u otra persona, en este caso me es imposible. La creatividad es algo tan  grande que inunda nuestro cerebro abriéndonos la mente de tal forma que el flujo de ideas, acciones, cosas que pasan por ella son imposibles de cuantificar.
Si tengo que pensar en personas creativas que conozco me vienen la cabeza unas cuantas, pero si tengo que decidirme por alguno sin lugar a dudas, este es Nacho Villochs, al que casi todos conocemos como @Capitancook.
Autor de dos obras rebosantes de creatividad como son: «La Aventura de Diana»   y « El Desafío de Yago» ambos fáciles de encontrara en cualquier librería o en www.amazon.es , y que nos demuestran como usando metáforas de una pasión personal como es el océano y los mapas se puede hacer una obra que ayude e inspire a tanta gente en un tema tan complicado con es la innovación y el emprendimiento.
La personalidad que tiene, la mirada, cualquier palabra que te diga inspira creatividad. Yo creo que tiene un tubo invisible que conecta su cerebro con el corazón, lo cual produce un mensaje diferente, innovador, lleno de riqueza, sabiduría y ternura a la vez que produce inspiración en las personas para que seamos capaces  de hacer casi cualquier cosa.
Salir impasible de una charla de Nacho es imposible. Por eso en vez de enumerar mas habilidades sobre el, y que posiblemente nunca seria capaz de terminar prefiero compartir un «cuento para regalar a personas inteligentes» que resume desde mi punto de vista la manera de ser de las personas creativas y en este caso de Nacho a quien identifico totalmente con el Inspector del relato.

Hace años, un inspector visitó una escuela primaria. En su  recorrida  observó algo que le llamó poderosamente la atención, una maestra  estaba atrincherada atrás de su escritorio, los alumnos hacían gran desorden; el cuadro era caótico.

Decidió presentarse:
– Permiso, soy el inspector de turno…¿algún problema?
– Estoy abrumada señor, no se qué hacer con estos chicos… No tengo  láminas,  el Ministerio no me manda material didáctico, no tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles…
El inspector, que era un docente de alma, vio un corcho en el  desordenado escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:
– ¿Qué es esto?
– Un corcho señor…, gritaron los alumnos sorprendidos.
– Bien, ¿De dónde sale el corcho?
– De la botella señor. Lo coloca una máquina.., del alcornoque,  de un árbol … de la madera…,  respondían animosos los niños.
– ¿Y qué se puede hacer con madera?, -continuaba entusiasta el  docente.
– Sillas…, una mesa…, un barco…
– Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja?, ¿Quién hace un mapa en la pizarra y coloca el puerto más cercano para nuestro barco?
– Escriban a qué provincia pertenece. ¿Y cuál es el otro puerto más  cercano?, ¿A qué país corresponde?, ¿Qué poeta conocen que allí nació?, ¿Qué produce esa región?
– ¿Alguien recuerda una canción de este lugar? 

Y comenzó una tarea de  geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc.

La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida:
– Señor, nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas Gracias.
Pasó el tiempo. El inspector volvió a la escuela y buscó a la maestra. Estaba acurrucada atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden…
Señorita…¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí?
– Sí señor, ¡cómo olvidarme! Qué suerte que regresó. No encuentro el corcho.
-¿Dónde lo dejó?
 
 

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