Buenas Personas

Desgraciadamente, es muy frecuente en los tiempos que corren ser preguntados por algún compañero nuestro, o a veces ser nosotros mismos, los que tenemos que preguntar por alguien que se incorpora con a nuestros equipos o proyectos, para encontrarnos con una curiosa respuesta: ¿fulanito? -Si,  es muy buena persona.

¿Os habéis dado cuenta?, es interesante verdad y en cierto modo agradable; pero quiero analizar un poco más esa respuesta “políticamente correcta”. ¿Me quieres decir que la mejor cualidad profesional de esta persona es, precisamente, que es buena persona; que es un buen tío o una buena compañera?

Doy por hecho que no trabajo con asesinos ni con delincuentes, pero ser buena persona es algo que se exige de base. Esto me recuerda a esos momentos en los que cuando vas a un bar a tomarte un café y te dan los buenos días y entonces  te parece que has ido a un sitio extraordinario, que cuando te cruzas con una persona en el ascensor y te pregunta ¿a qué piso va, por favor? Hemos encontrado a la persona mejor del mundo… ¿Tan bajo hemos caído?

Evidentemente, sí; ya que si esto lo trasladamos a nuestros proyectos, pues el simple hecho de que salgan bien ya nos parece un éxito. Y el simple esfuerzo por conseguir algo, ya lo damos como válido.

Algunos sábados cuando voy a ver jugar a mis hijos al fútbol, comentamos muchas veces que lo que realmente estamos fomentando no es un espíritu ganador, cuando vemos a verdaderos “tuercebotas” intentando jugar al futbol. ¿No será mejor decirles que sus aptitudes para esto son nefastas y que se dediquen a otras cosas? Pero parece ser que no; que hay que animarles y, en cierta forma, engañarles.

Al principio de este post he usado una expresión que a mí me horroriza “ser políticamente correcto”. Una cosa es ser educado y otra ser un hipócrita porque “hay que quedar bien”. Realmente, lo que estamos permitiendo es que la mediocridad se instale en nuestra sociedad, dando por hecho que a lo mejor yo mismo pertenezco a ese sector. No estoy señalando a ninguna persona; sino a un sistema que, lejos de empujarnos a la mejora continua, a llegar más allá de la satisfacción con el cliente, se quede estancada en un “no está tan mal… la próxima vez, lo haremos mejor”.

A veces creo que estamos tan instalados en nuestras quejas diarias, en nuestra dichosa crisis. Que nos olvidamos que aquellos que afortunadamente tenemos un trabajo son a cambio de un salario y de unos resultados buenos, excelentes. Se nos paga un salario por hacer bien las cosas, no sólo por hacerlas.

El esfuerzo, la actitud, las ganas de crecimiento deben estar impregnadas en nuestro talante profesional, no basta sólo con que seamos buenas personas, y si no nos pagan los suficiente o nuestra organización o proyecto es malo, busquemos otro mejor, pero no esperemos la liquidación o el que nos vengan mejores proyectos.

Esto no es una reivindicación de una clase de superhombres o súper mujeres que solamente se centren en el trabajo, es que se puede trabajar muchas horas y ser buena persona, se puede dedicar muchas horas al trabajo y ser buena persona. Los días tiene 24 horas y se puede ser buena persona todo el rato pero eso no es incompatible con ser profesional, y con tener que comer “almendras amargas” alguna vez.

Muchas veces he comentado que nunca he conocido un perro malo con un amo bueno, ni viceversa; todo va en conjunto. Las organizaciones también deben escuchar a sus empleados y deben aprender a motivarles para que den lo mejor de sí mismo. Podemos empezar por escuchar y ser escuchados, damos por hecho opiniones o juicios pero, ¿basados en qué?, preguntemos y seamos honestos en la respuesta, pensando que ese “feedback” siempre nos va a ayudar. Otro día hablaré de las mochilas del “ser” y del “hacer” que cada uno de nosotros llevamos sobre nuestras espaldas. Si cuando recibimos un feedback que no nos gusta lo metemos en la mochila del hacer nuestra espalda nos lo agradecerá y nuestra sociedad también, ya que abriremos una puerta al cambio y al saber realmente no políticamente como somos y que aportamos.

Hasta ese momento os dejo con pensamiento de Randy Pausch sobre el feedback; a mí me ayudó bastante.

Regla nº15:”Si haces las cosas mal y, nadie te dice nada, es que no le importas a nadie”.

 

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