¡Qué Bello es Vivir!

Varias veces me han contado que en Estados Unidos el día de Navidad siempre ponen en la televisión “Qué Bello es vivir” de Frank Capra, como símbolo del espíritu navideño. En Otros países parece que hacen lo mismo, pero con el “Cuento de Navidad” de Dickens. Por ello, estaba pensando si en el blog sería bueno recurrir a un cuento con espíritu navideño para cerrar este año, y resulta que la vida siempre supera a la ficción. En medio de ese debate mental conmigo mismo tuve mi propio “Cuento de Navidad” que fue absolutamente real: lo prometo.

El Sábado 22 de diciembre me levanté y después de desayunar eché un vistazo al correo para ver las felicitaciones y algún correo que esperaba “ansiosamente”, cuando para mi sorpresa veo un mail de iTunes, la tienda de Apple, que incluía una factura de 89 euros por la compra de un juego para Mac, -ordenador que yo no tengo-, y otro cargo por 1,79 euros de un juego para el iPad.

Por un lado, como buen español analógico, pensé: “se han equivocado; me han hackeado la tarjeta, esto de Internet es un fraude…”, pero pasados unos segundos como “español digital”, que me considero dije: “mis hijos”. Tengo dos, uno de 14 años y otro de 8; les llamé y les pregunté si sabían algo de esto.  Fue rápido; Romeo, -el de ocho años-, bajó la cabeza, puso ojos de ternerillo antes de ser sacrificado y dijo: “he sido yo papá”.

Le miré un poco desconcertado, ya que sinceramente yo esperaba esa declaración pero del mayor que esta vez resultó inocente, y le pregunté: ¿pero cómo lo has hecho, si yo no tengo la clave apuntada en ningún sitio, y sólo pago con una tarjeta que tiene una clave especial?

Entonces, ante mi asombro, me confesó, -puesto que dicho sea de paso el proceso de compra fue realizado perfectamente-, que cuando yo había comprado algún juego él “se había fijado en mis dedos” y se había quedado con la clave, y que lo de la tarjeta era fácil porque el numero viene por delante y con la ayuda del ordenador le indican que el código viene por la parte de atrás.

Yo no sabía bien si enfadarme o abrazarle, pero a la mente me vino su pobre profesora, que ahora me parece mucho más pobre, diciéndome unos días antes que Romeo se distrae en sus clases y que así no va a llegar muy lejos. La pobre mujer no sabe que sus días como profesora están tocando a su fin; al menos con los métodos que España se siguen usando en la mayoría de los casos propios del siglo pasado.

Lo más sorprendente es cuando le pregunté qué porque lo había comprado si no teníamos Mac, entonces fue cuando el milagro de la Navidad empezó a fraguarse: “Papá, es que cuando compré el de 1,79 salía una página nueva que te obligaba a comprar otro sin darte la opción de cancelar, por eso lo tuve que comprar. No tenía otra opción”.

Supongo que si yo hubiera hecho esto hace 40 años, la bofetada de mi padre todavía estaría retumbando en mis oídos; su castigo hubiera sido legendario, y yo no hubiera tocado el ordenador en mi vida. Sin embargo, por mi cabeza no se pasaba nada de esto. Ni tan siquiera lo del castigo; -seguía un poco en mi nube.

Estuve pensando un rato y fue cuando el milagro navideño terminó de producirse, pensé que lo mejor era escribir una queja a Apple, informando de lo sucedido. Otra vez me vino el pensamiento de español tradicional: “Se van a enterar! Fíjate, ni tiene teléfono. Hay que escribir un mail… No sé para qué, si no lo van a leer… En fin; no sirve para nada….”, pero otra vez venció el espíritu del español del futuro: “voy a hacer una consulta para explicar lo sucedido. He palmado “pasta”, pero no quiero que vuelva a suceder. A ver qué me dice esta gente de Apple”.

Así que escribí mi mail y el lunes 24, día de nochebuena recibí contestación de Apple; la persona del call center se identificó como Marta. Me felicitó las fiestas y me explicó que, evidentemente, había realizado el proceso de compra perfectamente. Me explicó que se trata de una nueva modalidad de compra denominada “compra integrada” y que, -según se especifica en las condiciones de compras-, una vez realizada la compra no se puede hacer devolución del dinero, cláusula que Romeo había aceptado. No obstante había estudiado mi historial de compras y mi perfil donde había observado que no tenía Mac; pero también me comentó que su nuevo modelo de compra había producido algún caso parecido por lo que estaban viendo cómo mejorarlo y que, -por tanto-, había decidió devolverme el dinero. ¡Eso sí! me adjunto un manual de compras para iTunes nuevo, y unos enlaces donde venían ejemplos de cómo realizar la compra.

Todo esto ocurrió en este año donde todo el mundo hace las cosas mal, donde todo el mundo está amargado, donde todo el mundo está en crisis, donde nadie está contento en su trabajo… ¿o es un espejismos lo que me pasó a mí?

Quizás Marta ha sido un ángel enviado para decirme que las cosas que explicamos en el Proceso Social, -las ideas de ilusión y optimismo que trasmitimos- o los mensajes de ánimo que tratamos de enviar todos los lunes, sirven para algo. Y que ahí afuera -entre nosotros- hay empresas donde se hacen las cosas bien, donde el servicio al cliente está por delante de los costes, donde hay directores con visión, donde hay mandos que trasmiten ilusión a sus empleados, y donde hay empleados a los cuales sus clientes, -nosotros-, les importamos.

Marta y Apple me han dado energía para que el Proceso Social sea más fuerte este 2013, con Romeo no se todavía qué voy a hacer, pero lo peor de todo es que en enero tengo una reunión con su profesora. Creo que la recomendaré leer mi blog.

Regla nº67: “Realmente vivir es muy bello, y con una sonrisa e ilusión más aún”.