Estreñidos

 Evidentemente, si decimos que una persona es estreñida, a todos nos viene a la cabeza lo mismo; o en el mejor de los casos nos viene el anuncio que hay repetidamente en la televisión de los cereales “All Brans”, que parece ser ayudan a media población a solucionar este problema.

Sin embargo, si nos tomamos la molestia de leer el significado de estreñir en el diccionario de la lengua española, nos encontramos con una segunda adjunción que significa: “Apocarse o encogerse”. De ahí que a mi amigo, -y que ha sido compañero durante bastante tiempo-, Juanillo (porque así lo llaman en su Granada natal) muchas veces le haya y –bueno, porque no-, le siga llamando “estreñido” cuando viene con las quejas de su trabajo y sus jefes.

Esto no significa que nadie tenga derecho a quejarse, -pero Juan, amigo mío-, que los percebes que tienes por superiores -e incluso por compañeros- no van a cambiar… Es como pedir peras al Olmo.

Está bien que la situación este mal y que tardemos, -unos más que otros-, en darnos cuenta de que lo que tenemos a nuestro alrededor. En le trabajo, no es lo que nos gustaría, -ni tan siquiera lo que hubiéramos imaginado-; pero una vez que te has dado cuenta no merece la pena alargar el dolor.

Ya sé, -y mejor que nadie en estos momentos-, que la situación no está muy bien que digamos; pero hay que decidir si queremos aguantar, o si realmente queremos cambiar. Lo que empieza a resultar inadmisible, Juan, es quejarnos todo el día y no querer cambiar. Ya somos mayorcitos y sé que muchos estamos, o están, o estáis, cansados y que –además- tenemos responsabilidades que no nos permiten mucha maniobra, pero… ¿Realmente merece la pena amargarnos la vida? y lo que es más importante ¿amargársela a las personas que están cerca de nosotros?

Esto no lo solemos pensar, pero al estar nosotros amargados, -justificando, porque argumentar no se puede-, estamos amargando también a nuestras parejas y a nuestros hijos, y a nuestros amigos; comportándonos de una manera egoísta que sólo nos hace pensar en nosotros mismos, intentando creer que somos los únicos afectados.

Si hemos visto que el entorno, la empresa, el jefe, la jefa, -quien sea- no cambia ni tiene posibilidad de cambiarlo somos nosotros, los que tenemos que pasar a la acción y preguntarnos qué podemos hacer y sobre todo qué nos impide hacerlo… Pero preguntarlo de verdad; no sólo cuando quedamos a jugar a al pádel y nos invade ese momento de euforia que nos venimos arriba, no… Debemos de tener una conversación interior con nosotros mismos.

A veces tenemos que “parar para reparar”, ya que la calidad de las relaciones se deteriora con las prisas, y por la presión que nos marcan para conseguir resultados y hacer cosas.

Estas conversaciones interiores no se pueden improvisar; hay que prepararlas con generosidad, sabiendo escuchar, buscando inspiración y estudiando muy detenidamente las posibilidades, -que son muchas-, que hay a nuestro alrededor y que, ofuscados por lo “ideal”, no vemos o no queremos ver.

Debemos darnos cuenta de que debemos hablar más de nuestras ideas y menos de acontecimientos o personas que encima son negativas apara nuestra vida.

Tenemos que “parar para reparar” la falta de credibilidad que acumulamos con los años por nuestras incoherencias entre lo que decimos y lo que hacemos, entre lo que aparentamos y las verdaderas intenciones que nos mueven.

Esta situación no es propiedad exclusiva de mi amigo Juan. Si me pongo a pensar, me viene a la cabeza Joseph que todavía trabaja con Juan. Me viene a la cabeza el asturiano -que no recuerdo como se llamaba- o el vasco ese que estaba más para allá que con nosotros. Y porque no; yo mismo amigos. Una persona no nace valiente, ni se hace de un día para otro. A veces la situación es la que te da valentía o, simplemente, te da el empujón; pero otras veces somos nosotros mismos los que debemos tomar el impulso para avanzar.

Sigue resultándome muy triste, que personas de nuestro talento de nuestra condición humana y social se sientan abatidos por esos mamarrachos y mamarrachas (recordemos que la estupidez no tiene sexo), que ni siquiera pierden un minuto en estas reflexiones. Trabajemos que es lo que nos falta para poder estar en el estado de cambiar aquello que no nos guste o buscar algo que profesionalmente nos haga feliz.

Regla nº57: “Siempre hay que dar un paso atrás para saltar hacia adelante”.

 

4 thoughts on “Estreñidos”

  1. La queja es tóxica. Sacarla fuera ayuda porque limpia temporalmente por dentro, pero enseguida volvemos al punto de partida, y encima hemos ensuciado alrededor.
    Por otra parte el valor tiene muchas caras… lo que puede parecer inmovilismo puede ser en realidad constancia, lo que se interpreta como disposición al cambio puede ser en el fondo falta de coraje para superar situaciones adversas. El verdadero valor muchas veces no es evidente.

  2. La queja es tóxica. Sacarla fuera ayuda porque limpia temporalmente por dentro, pero enseguida volvemos al punto de partida, y encima hemos ensuciado alrededor.
    Por otra parte el valor tiene muchas caras… lo que puede parecer inmovilismo puede ser en realidad constancia, lo que se interpreta como disposición al cambio puede ser en el fondo falta de coraje para superar situaciones adversas. El verdadero valor muchas veces no es evidente.

  3. La queja es tóxica. Sacarla fuera ayuda porque limpia temporalmente por dentro, pero enseguida volvemos al punto de partida, y encima hemos ensuciado alrededor.
    Por otra parte el valor tiene muchas caras… lo que puede parecer inmovilismo puede ser en realidad constancia, lo que se interpreta como disposición al cambio puede ser en el fondo falta de coraje para superar situaciones adversas. El verdadero valor muchas veces no es evidente.

  4. La queja es tóxica. Sacarla fuera ayuda porque limpia temporalmente por dentro, pero enseguida volvemos al punto de partida, y encima hemos ensuciado alrededor.
    Por otra parte el valor tiene muchas caras… lo que puede parecer inmovilismo puede ser en realidad constancia, lo que se interpreta como disposición al cambio puede ser en el fondo falta de coraje para superar situaciones adversas. El verdadero valor muchas veces no es evidente.

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