La vida sigue igual

Unos que nacen otros morirán
Unos que ríen otros lloraran
Aguas sin cauces ríos sin mar
Penas y glorias guerras y paz

Siempre hay por quien vivir y a quien amar
Siempre hay por que vivir por que luchar
Al final las obras quedan las gentes se van
Otros que vienen las continuaran la vida sigue igual…

Asi comienza una de las canciones más famosas de Julio Iglesias: “La vida sigue igual”,  que yo hoy he tomado como título del Post.
Todos los días quién más y quien menos anda con quejas continuas: “no me suben el sueldo”, “que malos son los políticos”, “el del banco es un tal”, “mi jefe no me quiere”, “el trabajo es una porquería”, “no sé donde vamos a llegar”… y así podría llenar varias páginas.
Siempre ha sido fácil recoger quejas pero ahora mucho más. Sin embargo no nos damos cuenta que con más o menos esfuerzo todos esos temas que aparentemente nos ahogan los podemos cambiar: podemos cambiar de trabajo, de profesión, de casa, de ciudad, de pareja, incluso de religión, partido político o incluso equipo de futbol que parece ser lo más difícil de cambiar en una persona según estudios científicos.
Pero no nos equivoquemos hay una cosa que no podemos arreglar ni cambiar: y eso es la muerte.
Cuando la muerte aparece en nuestras vidas y con su trágico zarpazo nos toca, la sensación de frio y soledad que nos deja supera con creces el aparente dolor de nuestro muestrario de quejas y llantos diarios.
Es en ese helado y preciso momento cuando hacemos rápido balance, y generalmente nos damos cuenta de lo idiotas que somos la mayoría de las veces. Y no sólo eso, puedo añadir adjetivos como egoístas, ignorantes, vulnerables o débiles que es en realidad como nos comportamos aunque no nos reconozcamos.
Precisamente es ese golpe, que sólo una cosa tan grave como la muerte puede darte, lo que necesitamos para que hagamos ese análisis de conciencia.
¿Y porque no cambiamos a pesar de eso?, no lo sé.
Realmente no lo sé, supongo que porque somos seres humanos y lo que hacemos es reflexionar unos días, enterrar a nuestros amigos o parientes que nos han dejado, y al cabo de una semana volver a nuestra queja diaria.
Aunque a veces el ejemplo de la persona perdida nos puede ayudar a no comportarnos de esa manera y a ver la vida de otra de forma distinta.
Incluso siempre he defendido que la verdadera manera de honrar a nuestros seres perdidos no es rezándoles todo el día, o llevando luto por ellos sino que la verdadera manera de honrarles es comportándonos como a ellos les hubiera gustado que nos comportáramos, igualándonos a ellos y haciendo esas cosas que nos gustaba de ellos, o por supuesto completando y siguiendo con el estilo de vida o proyecto que ellos llevaban.
Sé que es muy duro pero podéis haceros durante 30 segundos la siguiente pregunta: Si yo faltara mañana y pudiera ver como queda todo desde la otra vida ¿qué me gustaría ver?
¿Me gustaría ver a mis seres queridos o a mis compañeros y amigos llorando por mi?,
¿me gustaría verlos amargados todo el día?,
¿me gustaría ver que dejaran de reír o de ser felices?…
¿Me complacería ver que pensando en mi sus vidas se paraban?…
o ¿me gustaría ver que a pesar de la pena de no tenerme con ellos, salían hacia adelante?,
¿me gustaría ver que mi pérdida precisamente les servía de acicate para quitarse muchas de esas tonterías que a diario nos hacen perder el tiempo?.
Si desgraciadamente la muerte toca nuestras vidas y perdemos a un ser querido, desde el dolor más profundo de nuestro ser debemos aceptar que la vida sigue, y que lejos de venirnos abajo es precisamente en ese duro momento cuando lo mejor de nosotros y la imagen del ser perdido nos debe ayudar a seguir luchando por una vida mejor, por un trabajo mejor o por una sociedad mejor.
No me acuerdo bien de donde lo leí y de quien lo decía pero recuerdo una frase que más o menos comentaba que cuando nacemos todo el mundo ríe y nosotros lloramos, pero que cuando morimos todo el mundo llora y nosotros reímos.
Este Post se lo dedico a la memoria de un amigo que me ha dejado hace poco. Siempre que tuve una reunión con él, independientemente del resultado nos reiamos. Yo no dejo de hacerlo a diario, es una manera de recordarle siempre.
 

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