Transformación Digital de verdad

La verdad es que estoy un poco cansado de ver como últimamente algunas grandes empresas de servicios informáticos, que llevan varios años viviendo, y bastante bien, del mantenimiento de aplicaciones, mal hechas la mayoría de las veces, y gestionando seres humanos para facturar sus horas diarias en el cliente se destapan como salvadores de la humanidad abrazándose a la transformación digital, como verdadera tabla de salvación.
Hace unos años la consultoría, que ya venía siendo bastante “casposa”, sufrió un duro revés debido a la crisis. Muchos “charlatanes” denominados consultores al tener que presentar resultados más allá de un simple PowerPoint fueron desapareciendo del mapa, justificando los bajos precios y culpando como casi siempre al cliente final.
Ahora, renacen como champiñones después de la lluvia, ofreciéndose como “profetas” de las nuevas tecnologías, no solamente enviando mensajes equivocados, que se centran en la parte tecnológica , sino que además hablan mal de aquello que vendieron hace poco como la solución a todos los problemas.
Solamente hay que echar un vistazo a aquellos profetas de ITIL o incluso de la ISO 20000, que ahora  hablan de Devops, o a los eternos PMP haciendo “agiles” los infumables diagramas de Gantt.
Todavía mucha gente no se ha dado cuenta de que la Transformación Digital no es un negocio “más” o una “tecnología emergente”, sino que es el nombre de la época que nos ha tocado vivir. Al igual que hubo una “revolución industrial” ahora tenemos la suerte de vivir una época nueva en la que todo está por hacer, por reinventarse, por definirse incluso, y que no tenemos ni idea de cómo va a terminar.
Eso nos debe dar una sensación alegre de todo lo que nos queda por hacer. Desaprender lo primero de todo, aprender infinidad de cosas, conceptos y tecnologías nuevas, ensayar, probar, fallar y acertar ideas o modelos de negocio nuevos, y sobre todo trabajar nuestra humildad, porque todo lo que hemos hecho hasta ahora se va a hacer de manera diferente.
Me encanta leer casi todas las semanas a mi amiga y admirada Silvia Leal (www.silvialeal.com) las directrices, ideas nuevas y aire de ilusión y esperanza con la que nos inunda. Paco Bree es otro amigo que nos “ilumina” con su visión sobre la innovación cada lunes (http://www.elmundo.es/economia/2017/05/24/592542c0268e3e0d3b8b45d4.html), dando ideas de como poder mejorar nuestro trabajo diario
Nacho Villochs, Montserrat Guardia, Oscar Morales, hay un montón de personas que desde la humildad, desde la curiosidad, comparten, prueban, ensayan y nos muestran el camino que repito no sabemos cómo va a terminar.
Yo no me considero un experto en estas materias como son la realidad aumentada, la impresión 3D, la biomedicina , la realidad virtual o la robótica.
Pero no voy a negar que desde hace 40 años hubo una persona que me mostró, y además no ha dejado nunca de hacerlo, como debería ser el mundo del futuro donde no haya discriminación racial, donde las máquinas y los hombres convivan, donde las personas puedan ser personas y máquinas, donde el big data fluya en nivel de segundos ayudando a tomar decisiones, donde las comunicaciones puedan ser holográficas, viajar a la velocidad de la luz posible, y donde en mitad de ese mundo de ciencia ficción existan el bien y el mal, las personas y el respeto por lo espiritual.
Me estoy refiriendo a George Lucas, quien más allá de hacer una película de aventuras, mostró un futuro como muchos años antes hizo Julio Verne con sus libros. Star Wars acaba de cumplir sólo 40 años y sigue dando unas ideas que cada vez vemos más cerca de hacerse realidad.
Evidentemente no puedo ir mañana con un sable láser a visitar a mis clientes, pero tampoco debo llevar una corbata, invento del siglo XVIII, al cuello para tratar de vender una documentación que han montado en “la empresa” porque es lo que “toca” vender ahora.
Qué pena que muchas direcciones generales sigan dirigiendo solamente con el Excel, en vez de con sus ideas, o lo que sería fantástico, con las de sus empleados.
“Pagar la hipoteca” sigue pesando más que desplegar nuestros sueños, y vender “humo” siempre ha dado buenos resultados económicos a los grandes. Menos mal que C3PO o R2D2 están más cerca de lo que pensamos.

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