Autónomos con Glamour

Lo primero que he de decir es que este concepto no es mio, sino que se lo he tomado prestado a mi amigo Nacho Villochs (@capitancook) tras la lectura de su fantástico Post de hace unos días titulado “El hábito si hace al monje 4.0″  https://www.linkedin.com/pulse/el-h%C3%A1bitodigital-si-hace-al-monje-40-ignacio que como la mayoría de las veces que leo a Nacho me hizo reflexionar positivamente.
Y es que precisamente ahora que vivimos en una época en la que parece ser que todo el mundo es emprendedor, es bueno hacer un “parón” y analizar bien el lenguaje y las palabras que utilizamos.
Dicen que un emprendedor es una persona que persigue la oportunidad sin importarle los recursos disponibles. Es decir alguien que tiene una idea, generalmente un producto, y generalmente tecnológico, y que lo quiere obtener sin importarle mucho lo que serían los elementos de una empresa tradicional: equipo, estrategia, método…..
Muchos somos los que nos hemos puesto la etiqueta para “dar nombre” a nuestra situación laboral actual.
No debemos olvidar la importancia de la imagen, y  que vivimos en un país lleno de prejuicios donde esta imagen tiene mucho peso. Por ejemplo la mayoría de las empresas del Ibex 35 no suelen contratar autónomos para sus trabajos, sin embargo si eres un “freelance”, al que alguna “empresa amiga” te subcontrata entonces, si puedes trabajar con ellos.
Freelance es un término aceptable, pero va  ligado a un experto “en algo”, pero “autónomo” sigue siendo peyorativo. Autónomo sigue sonando a taxista, peluquero o artista y eso no da “lustre” a una empresa del Ibex 35 española. Y resulta curioso que esto pase en un país donde más de tres millones y medio de sus trabajadores somos autónomos.
Por supuesto la imagen o apoyo “real” que los bancos o las instituciones dan a los autónomos más allá de anuncios “ridículos y horteras” ni merecen dedicarle un minuto de nuestro tiempo.
Por eso el concepto de “emprendedor” ayuda a “empoderar” el concepto de “autónomo” de manera importante, aunque hay varios “peros”.
Por ejemplo un emprendedor no le da la máxima importancia al tema económico, se la da a la idea.
Mientras que el autónomo busca una estabilidad económica, aunque solo sea para pagar el impuesto, que se podría considerar de revolucionario, que impone el gobierno a este tipo de trabajo a diferencia del resto de países europeos, pero esto tampoco merece dedicarle otro minuto.
El emprendedor confía, cree y por lo tanto busca inversores, Business angels, crowfounding, o lo que sea. El autónomo quiere un contrato con las condiciones de pago claras y si puede ser con un adelanto por los trabajos a realizar mejor.
El emprendedor es optimista casi siempre sin experiencia, mientras que el autónomo generalmente es un optimista con experiencia, lo que realmente nos lleva a perder muchas oportunidades.
Sin embargo los dos son valientes, los dos buscan oportunidades, los dos suelen “ocuparse” ya que no disponen de mucho tiempo para “preocuparse”, tienen menos tiempo que un asalariado para quejarse. Y ellos voluntariamente o no, han salido de sus zonas de confort y están en la zona de descubrimiento.
Lo que si es cierto es que en los últimos años por diferentes motivos, más allá de la tan manida crisis, es real un escenario en el que muchos profesionales con “talento” han sido puestos en una situación en que no han/hemos tenido más remedio que reinventarnos.
Algunos tenemos ideas innovadoras o experiencias muy valiosas,  y sin llegar a ser emprendedores 100% puesto que la edad y nuestra situación personal nos exige tener ingresos, nos encontramos en un camino a mitad entre la supervivencia y el emprendimiento, por eso el concepto de Nacho, Autónomos con glamour, me encaja perfectamente.
A partir de esto hay tribus muy parecidas.  Están los asalariados que se han sumado a la moda del teletrabajo y ya están viviendo los beneficios de manejar los horarios a su vida, de conciliar y de seguir desarrollando una carrera profesional igual que la que han venido ejerciendo y además con nómina mensual obtengan resultados o no.
Luego hay asalariados que cada vez hablan más del “Plan B” y siguen trabajando o como dice otro amigo mio,  “haciendo caja” ,esperando el momento de dar el salto fuera de la zona de confort, o de recibir el “empujón”.
Y luego están los asalariados que siguen disfrutando de su estado, aportando valor  o no, ya que al final de mes reciben una nómina con la que pueden pagar su hipoteca, que suele ser  el número uno de sus obligaciones.
Algunos saben que eso tiene fecha de caducidad, ya que debemos recordar que estamos en un cambio de época que posiblemente tenga ya fecha, año 2020, y otros prefieren pensar que las cosas nunca van a cambiar.
Pero amigos todo cambia y sino que nos lo digan a los seguidores del Atlético de Madrid.

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