Tres cosas que me aportan los jóvenes

Si la semana pasada destacaba la importancia que tiene el respeto hacia los “mayores” que debemos tener hoy no quiero quedarme atrás con nuestros jóvenes, ellos son la llave de nuestro futuro
Estamos en un cambio de época y muchas veces tenemos la sensación de que nuestros hijos están “alelados”, por decirlo suavemente. Yo muchas veces bromeo con el argumento de que a varias generaciones de adolescentes el Actimel les ha dañado el cerebro, pero realmente no es así.
Nosotros, los aparentemente maduros y responsables padres, deberíamos más a menudo recordar que hubo una vez que nosotros también estábamos “alelados”, que tampoco veíamos lo que nuestros padres nos decían y que a nuestra manera también hacíamos tonterías.
Esta semana mi hijo mayor, Nacho, ha cumplido 18 años, es decir ya es mayor de edad y curiosamente mi principal preocupación ha sido que ni he conseguido montarle una fiesta sorpresa ni tampoco he sido original con su regalo de cumpleaños.
Y digo curiosamente, porque como muchos padres “responsables” yo solo debería estar preocupado por su futuro, sin embargo estoy tranquilo, muy tranquilo por dos motivos:
1.- tienen un montón de posibilidades por descubrir, quizás esté en la época que más cambios se están produciendo en la sociedad lo cual le otorga infinidad de salidas y de cosas por hacer.
Y 2.- Confío en él. A pesar de las discusiones y diferencias que lógicamente debemos tener, él sabe que no solamente debe estudiar y esperar a que le llamen de un trabajo, sino que ha aprendido que las cosas hay que salir a buscarlas y hay que fracasar para volver a intentarlo.
Sinceramente envidio a esta generación, y procuro aprender de ellos cada día, básicamente en tres cosas que me aportan:
Aportación 1. Globalidad.
Yo he desarrollado mi actividad en mi ciudad y si me descuido en mi barrio. Estos jóvenes tienen el mundo a sus pies, no solamente a través de las redes sino en presencia. No tienen miedo de trabajar en uno u otro país, ni tampoco prejuicios a la hora de trabajar con personas de otras razas o nacionalidades.
Son ciudadanos del mundo.
Aportación 3. Claridad.
Cada vez los jóvenes tienen menos prejuicios heredados de nosotros, son capaces de diferenciar por si mismos lo que les convienen y no, lo que creen y lo que no se creen. Pero lo más importante es que no tienen ningún problema en comunicarlo con frescura sin “pelos en la lengua”.
No son amantes del chismorreo.
Aportación 3. Cero miedos a la tecnología.
Me acuerdo cuando de pequeño intentaba acercarme al televisor para cambiar de canal y recibía un grito de i padre porque él era el único que podía tocarlo. Estos jóvenes son nativos digitales, personas que han nacido con el Tablet y el Smartphone en la mano. No tienen ningún miedo de tocar una tecla.
Son capaces de conseguir casi cualquier cosa desde un teléfono.
Evidentemente para valorar estas cosas hay que hacer “prueba y ensayo” muchas veces.
Los mayores les llamamos la atención continuamente sobre su comportamiento pero no les damos buenos ejemplos o patrones a cumplir, porque como no conocemos su nuevo mundo queremos mantener las reglas del nuestro ya obsoleto.
La inmensa mayoría son buenas personas y serán grandes personas que conseguirán un mundo mejor que el que nosotros les dejamos.
A ellos nos les preocupa tanto tener un coche mejor que nuestro vecino, pagar la hipoteca de una casa que no les gusta o ser infelices en un trabajo simplemente por el hecho de tener una nómina.
Ellos tienen la oportunidad de tener un mundo mejor y sostenible.
Ojalá les dejemos que nos ayuden a hacerlo, porque realmente los que deberían estar preocupados por nuestro futuro son ellos.

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