Ayer, como otros muchos días me dirigí a la empresa de mi cliente para retomar el proyecto que llevamos realizando durante ocho meses, al llegar a la recepción me dijo que estaba en una reunión y que le esperara diez minutos mientras el terminaba.
Esta es otra gran ventaja que nos dan las redes, te ayudan a ocupar “tiempos muertos”, retrasos de avión, etc., y resulta que mientras estaba mirando cosas se acercaron a mi dos hombres “trajeados” que resultaron ser antiguos compañeros.
Me levanté ilusionado a saludarles, hacía tiempo que no sabía nada de ellos. Rápidamente surgió la pregunta: “y Domingo ¿qué haces tu aquí?.
Esta pregunta me hace gracia es como cuando te encuentras a algún conocido en el cine y le preguntas ¿qué haces por aquí?, “pues que voy a hacer venir a ver una peli”. Pues ocurrió lo mismo le dije “es que tengo un proyecto aquí y estoy esperando a que baje mi cliente”. Entonces sucedió la magia, esa que me inspira gratuitamente para escribir post, reflexionar y pensar sería mente en que mundo me encuentro. Los dos al unísono me dijeron: “¿pero si no llevas corbata?”.
¿qué ocurre? Que si no llevas corbata no puedes ir al cliente?, o es que la corbata te dota de contenido tu discurso? O quizás es un elemento que no sabíamos que activa el cerebro….
Históricamente hemos sido educados para “ir a trabajar con corbata”, creando una especie de norma social que dota de educación, prestigio y elegancia al que lleva corbata.
La cantidad de burros, horteras y mentecatos que conozco con corbata. Puede ser que sirva como señal de educación hacia nuestro cliente, incluso de respeto a instituciones, pero nada más. De hecho cada vez más el cliente lo que requiere son soluciones no trajes ni modelos de corbata, si una organización te valora por llevar corbata amigos estamos fuera de orden.
Basta mirad las conferencias TEDx, o la mayoría de los eventos que los políticos hacen para acercarse al ciudadano, en esos momentos no hay corbata.
La foto que ilustra el post pertenece al ministro de economía argentino Axel Kicillof y su grupo de “sin corbatas” que es el nombre que les ha puesto el pueblo.
La educación, elegancia y otras habilidades las hemos de buscar en el ser humano, en la persona y no en el color de su piel, en el sexo o en su manera de vestir, si pensamos que por ir bien vestidos vamos a vender más, estamos equivocados.
Evidentemente no estoy diciendo que vayamos con la camiseta de River Plate a una reunión, pero afirmo que la “era de la corbata” queda para hombres del siglo pasado.
Ahora se sustituye por el mensaje, la mirada limpia y las ganas de ayudar, no por vender o dar un discurso corporativo, los clientes están buscando “nuestro mensaje” el que nosotros como personas tenemos, ese mensaje que aporte, ya están cansados de campañas publicitarias y promesas corporativas que generalmente están sujetas a hojas Excel más que a conocimiento.
Así que lo siento amigos, si, he venido a trabajar con mi cliente y he venido sin corbata.
Regla nº132: “El trabajo de traje y corbata es muy bonito, pero en realidad no es lo que soy en mi corazón” Boris Becker