Falta de Raccord

En términos cinematográficos  se entiende por “raccord” la relación que existe entre los diferentes planos de una filmación, a fin de que no rompan en el receptor, o espectador, la ilusión de secuencia. Cada plano ha de tener relación con el anterior y servir de base para el siguiente.
Es decir mantener la coherencia con la historia, conseguir la continuidad cinematográfica. Esta característica deberíamos exportarla al mundo cotidiano de las personas.
La ausencia de coherencia he de reconocer que es una de las pocas cosas que más me saca de quicio en las personas, si algo no aguanto en esta vida es a ese tipo de personas que dicen unas cosas y hacen otras.
Un ejemplo desgraciadamente demasiado cotidiano lo tenemos en los padres; exigimos a nuestros hijos pequeños que no digan palabrotas, que no sean maleducados, pero el ejemplo que solemos aportarles todas las mañanas camino del colegio dentro de nuestro coche, es todo un lujoso repertorio de insultos y gritos para todos los gustos.
Cuando no nos las damos de padres “guais” los sábados cuando los acompañamos a sus actividades deportivas y hacemos galas de las mejores palabras de ánimo e ilusión durante sus partidos guardando una retahíla de insultos y blasfemias para el partido oficial de por la tarde en la televisión.
En las oficinas solemos tener unos compañeros que presumen, porque presumen realmente de ser “responsables” haciendo gala de su responsabilidad en quedarse hasta las doce la noche, o haciendo aquello que saben es del gusto del nuevo jefe, o escribiendo, aunque creo que es mejor decir: copiando y pegando una oferta que realmente no les importa, que se la van a enviar a un cliente que no conocen.
Al que hace mucho tiempo que no escuchan, porque ya creen saber lo que quiere, que presumen de ser profesionales pero que en cuanto les aprietas un poco te reconocen su frustración y te confiesan que están trabajando porque generalmente hay una hipoteca detrás.
Ya sé que casi todos estamos así, pero esa frustración nos limita como profesionales y ya no digo nada como personas; eso no es responsabilidad, no estamos siendo mejores profesionales sino zombies, arropados porque el resto son peores que nosotros.
Me parece bien, yo algunas veces también he tenido que ser así pero actuando así que mundo dejamos a nuestros hijos, que valores queremos hacer perdurar en nuestra sociedad, que unos cuantos vayan a la cárcel nos hace a nosotros inocentes.
Gandhi decía que es tan malo colaborar con el mal como no colaborar con el bien, y amigos ahí estamos la mayoría de nosotros. ¡Que sí! Que no robamos ni matamos a nadie, pero lo que hacemos no es correcto, hemos vendido nuestro alma y nuestro corazón a una casa que no nos gusta, o incluso a una pareja que no queremos; nos dejamos llevar por la educación tradicional de nuestros padres y abuelos que no tuvieron opción de elegir o pensar.
Ni tampoco tuvieron la formación necesaria para comprender la situación, pero nosotros si la tenemos, sin embargo carecemos de valor, somos unos cobardes acomodados en nuestro día a día.
¿Que necesitamos para darnos cuenta o cambiar? ¿Quedarnos en el paro, perder a algún familiar o amigo en una desgracia?, que triste resulta que los humanos solo seamos capaces de reaccionar cuando nos pasan las cosas, somos incapaces de prevenir la tragedia pero afortunadamente somos fuertes para superarla.
Esa es la buena noticia, nuestra fortaleza, tranquilos que tarde o temprano de una forma u otra saldremos adelante, pero que duro resulta y cada vez más; los años no perdonan y la sociedad es asfixiante.
Amigos no os relajéis, al igual que hacen los directores de cine tratar de ir haciendo coherente vuestro corazón con vuestro cerebro, tratar de alinear sueños con realidades, ilusiones con necesidades, si lo hacemos poco a poco sufriremos mucho menos y podremos dejar algo bueno a nuestras espaldas.
Para que queremos una lujosa casa sino vamos a poder disfrutarla el día de mañana, ¿para nuestros hijos?, creo que ellos son sumamente más inteligentes que nosotros y están apostando por un mundo mucho mejor que el nuestro aunque nosotros desde nuestra ignorancia heredada tratemos de hacerles pensar que están equivocados.
Creo que no es así, creo que por primera vez en la historia son nuestros hijos los que nos pueden enseñar muchas cosas a nosotros.
Regla nº95: “A la pista de pádel se va a jugar al pádel, no a ver si las líneas son rectas.”.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *