Las Creencias

Amigos, ¿cómo es posible que en Holanda todos lo colegas de trabajo y sus familiares, ya sean padres o hijos, e independientemente del nivel social que tengan, hablen todos inglés de una forma más que aceptable?

Me parece absurdo pensar que los holandeses nacen con un don especial que los españoles no tenemos al venir al mundo. ¿No será tal vez que se trata de una asignatura que los niños holandeses, desde muy pequeños, trabajan durante mucho tiempo a lo largo de la semana?

En España, nuestro país, hasta hace no mucho el inglés era una asignatura de muy poca relevancia, que se daba casi los viernes por la tarde, y con profesores no nativos. En concreto Don Ángel, que era mi profesor de inglés, nació en Badajoz. Además, cuando los niños llegábamos a casa con las malas notas excusándonos, era habitual oír a nuestros padres decirnos algo como esto: “no te preocupes cariño, entiendo que es muy difícil, yo tampoco hablo inglés, antes en mi época se estudiaba francés”. De este modo, una generación o quizás más, hemos tomado conciencia no sólo de lo difícil que es aprender inglés, sino también de que realmente no servimos para esto.

Sin embargo, los hijos de mi amigo Antonio hablan inglés perfectamente, ¡Y son españoles! ¿Cómo es posible esto? Mira que es casualidad que ellos tengan esa capacidad que en mi colegio no teníamos, aunque creo que tiene que ver bastante que van a un colegio donde dan todas las clases en inglés desde los 3 años, por lo que inevitablemente los niños aprenden el idioma. Costará más o menos, pero todos lo aprenden, encima es lógico pensar que todos tienen la capacidad de aprender inglés, vayan al colegio que vayan.

Esta reflexión sobre el inglés, que afortunadamente no afecta a la mayoría de nuestros hijos hoy en día, me sirve para explicar que actuamos según lo que creemos; si crees que puedes hacer algo. Pondrás esfuerzo en ello y es más que probable que lo consigas. Si crees que no puedes, ni lo intentaras y buscarás excusas para justificarte y quedarte tranquilo.

Si se utilizan apropiadamente, las creencias son nuestra principal fuerza. Por el contrario, las creencias que ponen límites a nuestras acciones y pensamientos pueden ser devastadoras para nosotros.

Pero vamos a rascar un poco el tema porque, inicialmente, hay tres problemas: el primero es que normalmente no decidimos conscientemente en que creer; el segundo es que a menudo nuestras creencias son una mala interpretación  de experiencias pasadas y, la tercera y última, se trata de que una vez que adoptamos una creencia, olvidamos que se trata de una interpretación.

Las creencias están en nuestro subconsciente y vienen determinadas por nuestra educación, el ambiente que nos rodea, la información que nos dan otras personas y la experiencia de nuestra vida; hechos destacables o insignificantes, circunstancias positivas o negativas.

Pero atención: todas nuestras creencias están almacenadas en nuestro subconsciente, y toda esa información es subjetiva. Es lo mismo que decir que es mentira.

Si yo termino un proyecto sin hacer nada de documentación y me lo pagan, mi subconsciente graba “documentación YUYU, no hace falta” ¿quiere decir eso que no es necesario documentar nuestras aplicaciones? Por supuesto que no, pero eso no importa. Lo que importa es que el piensa que no es importante y cada vez que haga un proyecto no documentará. Y eso es así aunque esa información no sea objetivamente cierta. De igual manera que si trabajas con un jefe serio que te explica lo importante de la documentación, sacarás mucho más provecho a tu trabajo que otro que no lo tiene.

Las creencias son la brújula y los mapas que nos guían hacia los objetivos y nos dan la confianza para conseguirlos. La clave está en elegir aquellas creencias que nos acercan a dichos objetivos y rechazar las que nos limitan. Lo bueno de las creencias es que se pueden cambiar pero claro hay que trabajar y creo que sufrir un poco. Yo mismo puedo decir que me ha costado muchísimo cambiar determinadas cosas que tenía firmemente aferradas a mí.

Hace poco leí un estudio de una universidad italiana que puso de manifiesto que un niño de 2 años recibe un promedio diario de 432 comentarios negativos, por sólo 32 positivos. No es de extrañar que hoy tantos niños tengan la autoestima tan baja. ¿Cuántos recibíamos nosotros? Y ¿Cuántos emitimos ahora?, interesante.

Regla nº16: “Sólo los muertos no tiene creencias”.

 

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